MIS COSAS DE JACA

Estas páginas van destinadas a todas aquellas personas que quieren a su ciudad, como me sucede a mí con la mía, Jaca. Hablaré, pues, de “mis cosas” esperando que alguna de ellas pueda ser también la tuya o, sencillamente, compartas mi afición por “colarme” entre el pequeño hueco que separa la memoria de la historia, lo general de lo particular o lo material de lo inmaterial. Estas “cosas de Jaca” están construidas a base de anécdotas , fotos de ayer y hoy, recuerdos y vivencias mías y de mis paisanos y de alguna que otra curiosidad, que me atrevo a reflexionar en voz alta. No es mi propósito, pues, ocuparme de los grandes temas de los que ya han tratado ilustres autores, es más bien lo contrario: quiero hacer referencia a rincones ocultos, héroes anónimos, huellas olvidadas, sendas por las que ya no se pasa, lugares que fueron un día centro de atención y hoy han sido relegados a la indiferencia, al olvido o al abandono; a unos escenarios donde se sigue representando la misma obra pero con otros actores.

domingo, 29 de marzo de 2020

AYER Y HOY V










Ciudad de Jaca






                                                VISTAS DE LA CALLE MAYOR
                      DESDE LAS CUATRO ESQUINAS

                                                                     (Mirando a levante)

Calle Mayor de Jaca. La foto de Alphonse Meilón (pirineísta) se debió de tomar hacia 1885 


No conozco una foto más antigua de la calle Mayor. Aceras con aberturas y bordillos para parar el agua y la nive de los tejados, hilos de telegrafía, restos de viejos faroles de reverbero, balcones de abundante y variada rejería, casas de dos o tres pisos encaladas por obligados motivos higiénicos y con amplias bajeras para negocios. Aparentemente tosco. Ese era el aspecto de la vía urbana más importante de la ciudad que en esos momentos deslumbraba al compararla con las que había en los pueblos de los alrededores.

AYER                                       HOY  

El tramo que vemos de la calle Mayor es el orientado hacia levante, cortado por las actuales calles de 7 de febrero y Gil Berges. El edificio del fondo, donde parece terminar la calle, pero que en realidad hace un leve giro a la izquierda,  es el antiguo caserón del siglo XVI de las monjas benedictinas reedificado en 1980.


                                                           (Mirando a poniente)

Las Cuatro esquinas: cruce de la calle del Reloj y Zocotín con la calle Mayor. Obsérvese el farol de reverbero, justo a la entrada de Zocotín, y el antiguo alerón del Ayuntamiento que tanto  afeaba la facahada. La foto de Alphonse Meilón (pirineísta) se debió de tomar hacia 1885. 

  Desde las "Cuatro esquimas", mirando a poniente, la "carrera maior". 
Así era nombrada, al menos desde 1156, debido a los 420 m que distaban entre las dos entradas: la de la puerta de San Francisco, que todavía se ve al fondo, y la de las Benitas en el lado opuesto. La calle Mayor es, junto con la de San Nicolás (1171) y la del Castellar (1153), la única que ha conservado su nombre hasta la actualidad.
Poco distaban estas imágenes de la descripción que Madoz hizo en su Diccionario de 1845 cuando nos dice que  las calles de la ciudad de Jaca


AYER                               HOY  


"cuentan con unas casas todas blanqueadas, cómodas y aseadas en su interior, están distribuidas en 37 calles bien alineadas, empedradas, y la mayor parte con aceras, de 40 á 50 palmos de anchura, alumbradas con magníficos faroles de reverbero" 

Las Cuatro esquinas, hacia 1914. Foto de Jesús Bretos


                                           ¡La calle se va renovando!
 De las imágenes anteriores a esta tan solo habían pasado unos treinta años. Suficientes para que aparecieran edificios novedosos como el que se ve frente a la Casa Consistorial. En él, en la fachada que da a la calle Zocotín se observan paños romboidales de ladrillo bicolor, en recuerdo de la "sebca" de la arquitectura andalusí, propios de los estilos historicistas que se extendían por la ciudad. Quizás el más significativo, en el que también lucían paños semejantes era el flamante Templete de Santa Orosia que se había inaugurado en 1908, malogradamente derribado en 1968.   






                                                                           LAS "CASAS BARATAS"

Casas Baratas, 1942-1944 

Sobre el tradicional camino que conducía a Ipas, también  Camino Viejo a la estación de ferrocarril y luego Camino de Abajo, dejando a la derecha Sanlure y  los campos de Villa María, se construyó el Pueblo Nuevo, entre 1942 y 1944.

Hasta que vi esta foto nunca había oído ese nombre, pues siempre lo conocí y todavía lo llamamos con el de "Casas Baratas". Un nombre, el de baratas, que en años anteriores a su construcción se decía de aquellas casas que tenían subvención o protección oficial y cuyo destino era ser habitadas por personas de humilde condición.
 Pero en este caso parece como si alguien, desde el principio, se hubiera empeñado en no llamar a las cosas por su nombre, porque, lo que en realidad se ve, fue la primera Ciudad Jardín de alto "standing" construida en la ciuadad. 
Proyectadas por Lorenzo Monclús, esas 34 viviendas, con parcelas cerradas de 300 y 400 metros cuadrados, y con un valor que oscilaba entre las 30.000 y las 37.000 ptas., contaron con ayudas oficiales y facilidades de crédito, así como con un acceso restringido y exclusivo para aquellos que ejercían una profesión liberal.


 Árboles de la diagonal que conducen a la Estación.
A su lado finca y "Casa Bueno"
 Así que, lo de "baratas" solo fue un "eslogan publicitario", pues  ningún obrero con un jornal diario de unas 7,80 pesetas podía soñar con alcanzarlas. 
Pero además lo más triste es que se edificaron sobre un terreno de tres hectáreas "expropiado" a la familia Bueno por una cantidad tan ridícula que, por dignidadad, no quiso cobrar. Quizás era mayor el miedo y el resentimiento de una familia que había sufrido incautaciones, requisas, multas, represalias y el fusilamiento de uno de los suyos, el concejal socialista Ignacio Bueno, el 7 de agosto de 1936.
 La calle que atraviesa las "Casas Baratas", la calle Albareda, nos recuerda al primer secretario general del CSIC, José Mª. Albareda Herrera y también a una de las casas donde estuvo la primera sede del Centro Pirenáico de Biologia Experimental (IPE). 



AYER                                         HOY


 Calle Fondabos. El mismo lugar después de 78 años




             DE LA PUERTA DE SAN PEDRO A LA ESTACIÓN DEL TREN




 "Autobús" Hispano-Suiza, matrícula PA- (Pamplona)118 que hacía también el trayecto Jaca-Tiermas. Me recuerda a otro viejo coche que conocí de niño, "el coche de la estación" llamado coloquialmente  la "Petaca" (Fotografía Daniel Dufol Álvarez).
A la izquierda, tras los árboles, restos de la antigua muralla que circundaba Jaca. A la derecha, las casas que se proyectan hacia el fondo, aunque modificadas, continuan en la actualidad en la plaza de San Pedro.
El automóvil, tras atravesar el lugar que ocupaba la antigua puerta de San Pedro, se dirigía a la estación del ferrocarril. Aquel día debió de ser un día festivo, eran los Felices Años Veinte. En el auto no cabía un alfiler. Ni casco, ni cinturón, ni control de alcoholemia, ni asientos numerados. El motor del automóvil, signo de los nuevos tiempos, había sustituido al chasquido que producían las herraduras de las caballerías al paso de las diligencias sobre los adoquines. Asombrados y plenos de admiración, humildes jaqueses paralizados observan desde el “Medio Pañuelo”(espacio triangular que queda entre la salida por la puerta de san Pedro y la carretera de Francia), a las distinguidas señoritas y señores que parten hacia la estación.


AYER                                                                     HOY


 Cruce entre al actual Avda. de la Jacetania y la Plaza de San Pedro
  Señoritas posando ante una 0-3-0  de la Compañía del Norte. En el andén de la estación del ferrocarril de Jaca            

  Con estas tres fotos se completa la secuencia de la despedida de amigos y familiares de los Exploradores de Zaragoza (antecesores de los scouts). También era costumbre que, a su llegada a Jaca, fueran cumplimentados por representantes del Ayuntamiento y del Gobierno Militar.
  Autobuses Hispano-Suiza en la estación 

Los exploradores se aventuraban por el Pirineo con acampadas de larga estancia y marchas a pie. Las imágenes bien pudieran pertenecer a las actividades que realizaron en agosto de 1924. Ese verano, exceptuando a los "lobatos" (niños entre 7 y 11 años)  que lo hicieron en automóvil, los mayores anduvieron 44 kilómetros en siete horas y media. Esa fue la distancia y el tiempo que recorrieron hasta llegar a Hecho cargados con sus mochilas y tiendas de campaña para, al día siguiente, establecerse en la Selva de Oza. O quizás las imágenes sean de 1927 cuando, en agosto, se celebró el VI Campeonato Internacional de Exploradores, donde también participaron belgas, ingleses, checoslovacos y franceses.   







                                                         LA VEGA DEL RÍO GAS



Fotografía de Daniel Dufol Álvarez, hacia 1920

 Cuesta reconocer este paisaje, pero la Peña Oroel no engaña; es parte de la rica huerta del río Gas donde entre otros frutos se extraían sus afamados boliches. 
A pesar de que la foto es de los años veinte del siglo pasado, se reconoce a la derecha el talud-trinchera por donde, en ligera curva, se abre paso el río Gas; justo  enfrente de los campos de Castán, lugar donde se hizo el campo del Club de Fútbol Jacetano. 
La línea de árboles de escasa altura y tronco grueso marca el barranco, hoy soterrado, que baja desde el pueblo de Ipas hacia su confluencia con el Gas y que en la Edad Media y Moderna fue conocido indistintamente como río, arroyo, y barranco de Argent.
 No sé de ninguna mina de plata que aparentemente hubiera dado lugar a dicho nombre, pero me hizo pensar lo que un buen amigo, Ricardo Galtier-Martí, me dijo en cierta ocasión; él creía saber el origen de tan misterioso nombre. Me contó que un día, paseando por las faldas del pueblecito de Ipas, después de una fuerte tormenta, con el arco de San Juan de fondo, observó cómo esas margas grises y azuladas, en su reflejo con el sol, adquirían un brillo semejante al de la plata. Sea o no esa la razón, me sigue pareciendo una bella y romántica deducción etimológica.
 También se conoció como barranco de los Frailes en el siglo XIX. El mismo nombre que recibía el pontarrón de los Frailes cercano a "Casa Dámaso" (actual Villa Iacca), probablemente por la proximidad de las propiedades de los frailes al arroyo. Finalmente, desde mediados del siglo XX se conoce como barranco de Membrilleras.
 La casa de campo que se ve a la izquierda, con el monte Carpoy de fondo, es "Casa Canela".


AYER                                             HOY  

Foto Anastasio Guti 
Primero, en los años cincuenta del siglo pasado la Avenida Perimetral fue un gran logro que evitó el paso de vehículos por la calle Mayor; luego, en los años sesenta las instalaciones deportivas y los chalets colgados sobre el escarpe de la meseta; y a partir de los ochenta el boom de la construcción, fueron las actuaciones que enterraron para siempre la estampa nevada en blanco y negro de la vega del río Gas, para cambiarla por la actual en color.  



                                  DESDE LA CIUDADELA


 Foto Daniel Dufol Álvarez, hacia 1920



 No es que hubiera terminado de llover.
 La coquetería obligaba a no coger color de currante en la piel. Gustaba ir a la japonesa. Había que cubrirse el rostro con el paraguas. El abanico era complemento obligado de distinción. El luto riguroso era abundante y los pantalones brillaban por su ausencia. Aquellas señoras nunca se podrían imaginar que algún día los llevarían las mujeres con el mismo porte que los hombres. El moño recogido aliviaba el calor del verano. La hierba y la naturaleza, más cercana que ahora, ahorraba algún que otro asiento y el elemento masculino brillaba por su ausencia.





Otro tiempo, otras personas y mientras... la Ciudadela y Collarada incólumes, a lo suyo: ¡pasen, pasen y vean!




Han cambiado las modas, ha pasado un siglo. Los bastiones de la fortaleza limpios de maleza parecen haber rejuvenecido a la Ciudadela y la querencia por aposentarse sobre la hierba de los glacis continúa vigente.