MIS COSAS DE JACA

Estas páginas van destinadas a todas aquellas personas que quieren a su ciudad, como me sucede a mí con la mía, Jaca. Hablaré, pues, de “mis cosas” esperando que alguna de ellas pueda ser también la tuya o, sencillamente, compartas mi afición por “colarme” entre el pequeño hueco que separa la memoria de la historia, lo general de lo particular o lo material de lo inmaterial. Estas “cosas de Jaca” están construidas a base de anécdotas , fotos de ayer y hoy, recuerdos y vivencias mías y de mis paisanos y de alguna que otra curiosidad, que me atrevo a reflexionar en voz alta. No es mi propósito, pues, ocuparme de los grandes temas de los que ya han tratado ilustres autores, es más bien lo contrario: quiero hacer referencia a rincones ocultos, héroes anónimos, huellas olvidadas, sendas por las que ya no se pasa, lugares que fueron un día centro de atención y hoy han sido relegados a la indiferencia, al olvido o al abandono; a unos escenarios donde se sigue representando la misma obra pero con otros actores.

martes, 12 de agosto de 2014

SAN LURE - 2





Capítulo 2º
La figura de D. Fermín Díaz
 (su constructor)

  







     La villa de San Lure fue fruto del empeño de un jacetano tenaz y emprendedor, D. Fermín Díaz (1846-1926), casado con María Pradas Escartín (1844-1909)


   Desde 1892, ambos son usufructuarios de estos terrenos, por fallecimiento de Pascual    Pradas, cuyos herederos  serán sus hijos Pio y Dolores Díaz Pradas.

 María Pradas y Fermín Díaz



 No fue D. Fermín un jacetano que pasara desapercibido para sus paisanos en una ciudad que apenas alcanzaba los 5.000 habitantes, y más si tenemos en cuenta algunos rasgos de su personalidad: inquieto, emprendedor, viajero, generoso, de fuertes convicciones republicanas, masón, industrial, comprometido con la política local y profundamente católico.

D. Fermín Díaz Gómez  delante del chalet de San Lure

      Era fácil verlo por Jaca, en su coche tirado por su yegua “Pati”, con el que con frecuencia se acercaba hasta su finca de Miramón (Sigüés) o haciendo excursiones a lugares más lejanos como el Roncal. Campechano  y generoso, no dudó en dejar su coche para trasladar a los heridos al hospital  en un incendio que tuvo lugar en la Casa del Amparo, de la misma manera que regaló un órgano para la iglesia de Loarre, donde el matrimonio tenía parte de su extenso patrimonio. También dejó muestra de su hospitalidad y talante democrático cuando Alfonso XIII, el 3 de septiembre de 1903, visitó la ciudad de Jaca.


D. Fermín frente al invernadero                               Misma toma en 2014


Se dio el caso de que  las autoridades de Jaca se vieron en la necesidad de prestarle al rey un buen mulo, el mejor, para que el rey  subiera a San Juan de La Peña. Y ese mulo, paradójicamente, era propiedad de D. Fermín, un declarado y convencido  republicano. ¿Accedería D. Fermín a tal petición? ¿Sería prudente hacerla?, pronto se disiparon las dudas. Cuando le llegó dicha solicitud a D. Fermín, contestó, no sin cierta ironía: “Puede usted asegurar a su majestad que irá en este mulo como en su propio trono”.

 Relacionado con el mundo de la cultura de la ciudad, participó como administrador de “La abeja del Pirene” (1870), semanario científico- literario de intereses locales y de avisos, con el lema “Cultura, moralidad y trabajo”; de la misma manera, entre sus amistades contaba  con la del ilustre aragonés D. Joaquín Costa, quien  pasó más de un verano en la flamante villa de San Lure.



Fue miembro activo de la “Logia pirenaica Central” en la que  también figura su hermano Manuel Díaz Gómez, por aquel tiempo,  médico en Tiermas. Fue el primer jacetano al  que se le comunicó, mediante telegrama particular,  que el gobierno francés había aprobado, de manera definitiva, el ferrocarril de Canfranc, noticia que no tardó en publicar, para todos los jacetanos, el Pirineo aragonés del 9 de diciembre de 1883.

    


 Como era frecuente en esta época, como acomodado comerciante y propietario, fue teniente de alcalde en la primeras décadas del S.XX, en aquellos consistorios elitistas que solían gobernar la ciudad, de la misma forma que lo había sido anteriormente D. Pascual Pradas, padre de su esposa María.

      Pero donde más mostró su inquietud, sus dotes como innovador y moderno empresario, fue en su doble faceta de comercial e industrial. En efecto, debajo de los porches de la actual plaza de la Catedral, entonces de la Constitución, en el nº2, tenía una tienda de quincallería en la que vendía los productos más novedosos de la época: perchas de hierro, palanganeros, telas impermeables y un elemento imprescindible y que era el único ajuar con el que llegaban muchas parejas de novios al matrimonio: la “cama”, pero, en este caso, también a la última moda, pues se trataba de una cama de hierro que podía ser pagada en cómodos plazos de diez reales semanales.



Pirineo Aragonés 1885
  En la calle del Obispo nº 16, es donde D. Fermín tuvo su fábrica de aguardiente y de licores y donde incorporó el "complicado" material, que, el 13 de abril de 1884, recibió  desde París para instalar su fábrica de gaseosas y agua de seltz, amén de vender la mejor leche de burra, muy apreciada por sus propiedades terapéuticas: remedio contra la tisis,gripe,afecciones pulmonares, infecciones intestinales, laxante, beneficiosa para la piel, etc. además de vinos, anises, y cervezas de calidad superior.


Diploma de Honor, (París 1889)
Convencido de la valía de sus productos, no dudó en viajar y participar en la Exposición Universal de París de 1889 , donde, además de visitar Versalles, pudo observar lo que en ese momento  era la muestra más novedosa de la arquitectura y de las posibilidades del hierro como material de construcción: la flamante   torre Eiffel, realizada para conmemorar el centenario de la Revolución francesa y que probablemente le inspiraría para construir en su jardín una pequeña torreta observatorio, también de hierro, con forma piramidal y montada a base de remaches.



Medalla  EXP. Aragonesa (1885-1886)
En esta Exposición obtuvo un diploma de honor de la República francesa por sus vinos y licores, galardón que se unía a los ya conseguidos en la exposición de1885-86, celebrada en Zaragoza, donde la Real Sociedad Argonesa de Amigos del país le había concedido una  medalla de 2ª clase por varios licores y una medalla de 3ª clase por sus anisados y licores, así como la obtención de medalla de plata en vinos añejos en la Exposición  Universal de Barcelona  de 1888.



    
 
Medalla de plata EXP. de Barcelona (1888)
Tenía ya 50 años, en 1896, cuando obtuvo, por real orden, autorización  para edificar en nombre de sus hijos “una casa de planta baja y poner en la misma  árboles frutales” (EL Pirineo Aragonés), en el terreno que ocupaba el montículo de San Lure. Pero su mente iba algo más allá, pues ante la incredulidad y asombro de sus paisanos, decidió transformar ese secarral que era en esos momentos San Lure , situado al oeste de las  murallas de la ciudad, en un auténtico vergel, obra que le llevaría 2 años y que terminaría en 1898; esto significó  la  aparición del primer espacio de importancia transformado por el hombre fuera de las murallas de Jaca, a excepción de la Ciudadela, construida en el siglo XVI.


No era D. Fermín un hombre al que le asustaran los retos. Porque transformar ese bloque  de piedra de salagón, sin agua y escasa vegetación, lo podía ser para otro , pero no para él, pues ya había mostrado esa determinación y compromiso en empresas de altos vuelos.
 En efecto, en 1883 ganó una subasta de obras, ante la dura competencia de empresarios foráneos: Astigarraga, Torres, Gaso, y Colomé, por una cantidad de 231.699 pesetas (después de haber hecho una rebaja de más del 18% del presupuesto de la contrata) para  realizar las obras del Canal que traerían la tan esperada  agua a Jaca.


D. Fermín en la cascada del jardín            y         Misma toma de la cascada 2014

  No es de extrañar, pues, que, a base de dinamitar para acondicionar la parte superior del monte de San Lure, de  desgajar la roca para que pudieran penetrar las raíces de los árboles, de llevar innumerables carretadas de tierra y de realizar una  deriva del Canal, que por tubería de hierro subió a lo más elevado y se desparramó en 53 bocas de riego, no solo consiguiera el agua necesaria para las plantas y el huerto, sino que realizase estanques, fuentes y hasta una pequeña cascada, para dar vida a uno de los jardines particulares e  históricos más importantes de Aragón.


              “ INCREDULORUM CONVICTIONI 

          ET VIATOTORUM COMMODO”

          “Para convencimiento de los incrédulos y comodidad de los viajeros”


Parte del pequeño folleto donde el notario José Mª Bandrés, en 1911, resumía el titánico esfuerzo que a su juicio supuso la construcción de la la finca de San Lure



     En el punto más alto de la finca, a 812m. y en el lado oeste, construyó un bonito “chalet”, cuyo nombre, por uno de los lados  de la fachada, nos revela la verdadera razón de ser de la finca, pues  al nombre del monte, San Lure, le añade el de “Villa María”, su esposa.



Chalet de "Villa María"
Profundamente enamorado de ella, quiso D. Fermín que María tuviera un lugar más saludable para pasar largas temporadas donde reponerse de su delicada salud y encontrar alivio a sus constantes dolencias.









D. Fermín en la entrada del Chalet 
Por otra parte, tampoco  nos debe de extrañar que le buscara un lugar fuera de las murallas,  si pensamos que Jaca, en ese momento,  estaba saliendo, gracias a la llegada del agua y del alumbrado ( 1892),  de una infraestructura casi medieval:  de candiles y quinqués, de diligencias, de agua de pozos y  sin alcantarillado para aguas fecales. 








Frente sur del chalet

Además,  sus habitantes  tenían verdadera obsesión y  pánico a los brotes de cólera. Razón fundamentada, puesto que se habian dado brotes de cólera entre los años 1884/86. En 1886 se había declarado lazareto en Anglasé (Canfranc), y en 1890 hubo epidemia en Jaca.







Glamour en la Belle époque jacetana en S. Lure
Con este  panorama, y  con la fe que se tenía en aquellos tiempos en “tomar los aires”, San Lure  representaba  un auténtico balneario  para Dª María Pradas Escartín, la cual no tardaría mucho en convertirse en el alma  de aquella Finca, hasta  tal punto que, posteriormente, muchos de sus visitantes seguían viendo, en aquellas flores y jardines, el espíritu de quien dicen que tenía una bondad y una amabilidad exquisitas.
D. Fermín con su hija Dolores





Balcón gótico de la casa de D.Fermín Diaz,
  casa que fuera de los Santa Fe y
posteriormente del Merino 


Perspectiva del balcón desde
 la lonja de la catedral
Desgraciadamente, Dª María tan solo pudo disfrutar esa finca- jardín durante 11 años, pues falleció en 1909. Cuentan que D. Fermín, desde esa fecha, no volvió a ser el mismo, y que, para aliviar su pena, adquirió como costumbre sentarse en  el balcón de su casa, desde el que podía ver la Lonja de la Catedral, para enterarse, de primera mano, de los jacetanos que fallecían, con el objetivo de no perderse ni un solo  funeral, fuera quién fuera el difunto, y que  fue su costumbre, hasta el fin de sus días, acudir a   la Catedral para dar  el más sentido pésame a los familiares de los fallecidos. Era una manera, su manera, de sentirse cerca de los que, como él, habían sufrido la pena y el dolor por la pérdida de sus seres más queridos. 




Entrada de  acceso a la finca por la parte este,
 con rosales a modo de arcos triunfales


Misma panorámica  hoy día:  (2014)




4 comentarios:

  1. Acabo de leer la historia de D. Fermín. Me ha encantado Valentín toda la información transmitida y las fotografías. No conocía nada de la vida del fundador de la finca San Lure. Muchas gracias por contarnos todas estas cosas. Un fuerte abrazo. Enrique

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  2. Realmente apasionante Valentín. Gracias por acercarnos tus "Cosas de Jaca" tan interesantes. Saludos

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  3. Ateneo Jaqués, gracias a vosotros por vuestro empeño en divulgar testimonios e inquietudes de escritores tan frescos e interesantes.

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