GANCHEROS Y NAVATAS POR LA CABECERA DEL
RÍO ARAGÓN
LOS "CHELVAS" EN EL RÍO ARAGÓN
De los dos métodos de transporte de madera por los ríos, bien en navajas, bien por piezas sueltas que se hacían en España, este segundo fue rarísimo en los Pirineos. Aunque más económico y sencillo, dese la orilla o introduciéndose en el río ayudándose de bicheros o ganchos, exigía mucha mano de obra y mucho valor, tanto que " causaba asombro ver cruzar orgullosas piezas por arroyos cuyo miserable caudal se consideraría impotente para dicho objeto" ( Navarro, 1872, 93).
Me inclino a pensar que estos abnegados y sufridos gancheros, que bajaban el río Aragón y que pasaban tanto tiempo en el agua como fuera de ella, vinieron de la región valenciana. Y más concretamente de la localidad de Chelva, donde un porcentaje elevado de su población venía practicando este arriesgado oficio por los ríos Turia, Júcar, y Segura desde tiempos inmemoriales.
En efecto, de esta localidad procedían los trabajadores más afamados de España; auténticos maestros del río cuya pericia era requerida no solo en su zona, el Turia, sino en otros muchos lugares, como el Guadalquivir, el Segura, el Tajo, el Cabriel e incluso en el Ebro. Para poder hacer esta afirmación me apoyo tanto en la indumentaria que se ve en la fotografía como en el paralelismo que ofrece su presencia en otro río cercano del Pirineo, en el río Irati.
De allí procedían las primeras cuadrillas de gancheros “chelvas” (así eran llamados por los navarros) que acudieron a Aoiz para bajar, por el río Irati, las hayas sueltas de sus frondosos bosques, a principios del siglo XX, y que, tras su presencia, dejaron su huella; tanta que, luego, enseñaron el oficio a los propios Navarros. Por otra parte, Teodoro Llorente, en su Historia Valenciana, escribía en 1889 sobre aspectos y trabajos de esos gancheros valencianos que concuerdan a la perfección con las imágenes que, hacia 1906, acontecieron en la presa del río Aragón a su paso por Jaca: " Son gente sobria y valiente, de tostado cutis y músculos de acero, de aspecto semiárabigo y semieuropeo, vistiendo tosco y acampanado sombrero de negruzco fieltro, fuerte chaquetón de paño pardo, voluminosa faja y cortos zaraguegüelles de lienzo blanco. Con su gancho, no solo guían los maderos, los separan, los recogen y dan curso habilísimamente, sino que construyen en pocos minutos puentes artificiales, viviendo como anfibios..."
El ganchero de la derecha "sección de centro" está esperando esperando la "pesca" de los troncos que bajan sueltos. Los de la izquierda "sección delantera" realizando las obras para facilitar la embocadura los de los maderos por el paso adecuado. Colección A. Allué (FDPH) |
De uno en uno, desde la improvisada plataforma artificial, los gancheros acercan a la boca del embudo artificial uno de los maderos. Se trata de la labor previa de "encauzamiento" hecha por los "delanteros" para salvar el azud que, por la izquierda aporta el agua necesaria a los próximos molinos de Gastón (antiguos de Pequera) a base de hiladas de de troncos ( "aletas"). La elevación del agua obligaba y ayudaba el paso de los troncos por la cuña abierta, además de evitar que cayeran por el rebufo de la presa de cemento-piedra. En la actualidad, la panorámica que se observa quedaría cortada a la altura que se encuentran varados los maderos, por el "Puente Nuevo" o de Aisa construido con posterioridad, en 1926. Foto Colección A. Allué (FDPH) |
Reagrupamiento de la "maderada" una vez superado el obstáculo de la presa. Desde allí, la siguiente operación debió consistir en lanzar de nuevo los maderos al cauce para recogerlos en el puente de San Miguel (a unos 300 m), para llevarlos posteriormente a la estación del ferrocarril. Hay que tener en cuenta que el "Puente Nuevo" actual y la carretera de Aísa todavía no existían. |
Comparativas del agrupamiento de la maderada, 1906/2023 desde un punto de vista muy similar; en color, mirando hacia el sur desde el actual "Puente Nuevo" o de Aísa |
NAVATAS POR LA CABECERA DEL RÍO ARAGÓN
No es precisamente el río Aragon, desde su cabecera hasta Puente la Reina, un tramo del que abunden noticias de la bajada de almadías o navatas a pesar de que Gabardito, Collarada, Lierde, la Selva de Villanúa, Oroel y San Juan de la Peña ofrecían excelentes y abundantes pinos y abetos. Un hecho que contrasta con las abundantes referencias que se conocen en el mismo río a partir de su confluencia con el Aragón Subordán, o de otros cursos próximos como el Gállego, el Aragón Subordán, el Veral, el Esca; o más alejados como el Cinca.
Aquí, a diferencia de las anteriores fotografias, algunos navateros portan indumentaria propia del Alto Aragón inspirada en la de los pastores del Pirineo Aragonés: sombrero de Caspe sobre trajes populares corrientes tapados por una zamarra de piel de cabra y pies albergados en piales y abarcas. La foto, de Francisco de las Heras, realizada hacia 1915, parece corresponder a la confluencia de un arroyo con un río de la Jacetania. Los troncos una vez cortados, entre junio y enero, eran despojados por los hacheros o picadores (desembosque) . Luego eran arrastrados por un artilugio de cadenas (basal de tirar fusta), como se obserba en la foto, por uno o dos machos o mulas , o por bueyes (barranqueo). Previamente se perforaban los troncos por cada uno de los extremos y se pasaba una clavija de hierro que se enganchaba de las cadenas para, de uno en uno, bajarlos a la orilla del río hasta el ligadero o atadero, para confeccionar las navajas o trasladarlos por carros por vía terrestre.
Es cierto que la cabecera del río Aragón presenta tramos abruptos por Canfranc y encima de Villanúa que ofrecen dificultad para la navegación navatera, pero hay que recordar que la bajada de troncos se alternaba con tramos de obligado transporte carretero. No obstante, en antiguos documentos han quedado reflejados algunos hechos que nos ayudan a ilustrar el tema que nos ocupa. Veamos: la noticia más antigua que se conoce sobre el transporte de madera por el río Aragon nos retrotrae a la Baja Edad Media. En efecto, de ello nos habla Alberto Gómez: "... en plena etapa feudal siglos XI-XII se fundó el Castum de Santa Cruciella (próximo a Atarés). Entre las rentas y monopolios que disfrutaba su señor, los textos citan un molino harinero y un ligadero para hacer navatas en el río Aragón dejando intuir posibles peajes cobrados al tránsito de las maderas y ganados que descendían por la cabañera de San Juan De la Peña y atravesaba este término Castral (Gómez, página 76). Un lugar estratégico dada la relativa proximidad de los "pacos" de Oroel y de San Juan de la Peña donde abundan pinos y abetos de gran porte, y donde, además, aumentaba la garantía de navegación gracias al caudal añadido que suponía la cercana convergencia del río Estarrún con todo el aporte de agua recogido en el valle de Aísa.
También se tienen noticias de que los aguerridos almadieros chesos, a los que que Fernando el Católico les había concedido en 1515 exacción tributaria en sus navegaciones, al pasar por territorio navarro compraban producción maderera en Ansó, Villanúa y San Juan de la Peña para bajarla con almadías a Zaragoza.
Badal de tirar fusta A. Museo Orensaz, Sabiñánigo |
Otra referencia nos la da Enrique Balcels cuando, al hablar de las dimensiones de los pinos albar que se cortaban en el Pirineo catalán y en el valle de Irari, comenta que "estos solo son comparables a los fustes procedentes del valle de Canfranc por su tamaño excepcional, sin duda muy útiles para las arboladuras de las grandes carabelas y veleros, y que se soltaban al paso de las presas de Sangüesa y Marcilla" ( Balcells, págs. 115 y 118). De lo que se deduce la flotación de madera por la cabecera del río Aragón.
Más explícito es el documento que nos narra las dos sacas de madera, que tienen lugar en el año 1590 a cargo de Sancho Abarca, Señor de la Garcipollera, quien "contrató con dos vecinos de Castiello la corta de diferentes dimensiones (veintenas, catorcenas y decenas) (2) en los montes de Acin y de Larrosa, que deberían ser transportados por el río Ijuez hasta el Ligadero, situado entre el molino de Bergosa y la ermita de Santa Juliana en Castiello, al borde del río Aragón. En otro contrato similar encargó a tres vecinos de Borao y a uno de Aratorés el corte de 150 troncos veintenos, sezenos y catorcenos, por partes iguales, con la fecha de entrega el 15 de mayo para aprovechar la crecida del río con el deshielo" cuando el río baja "mayenco" (Gómez de Valenzuela, pág. 116-117). Sin duda, el bajo caudal del río Ijuez obligaría a lanzar los trozos sueltos por el río o a trasladarlos en carretas tiradas por bueyes hasta el ligadero, situado en las cercanías de la confluencia con el río Aragón, donde se montarían las navatas. Y de allí, dada la suavidad y escasos obstáculos por los que discurre el río para ser navegado, se trasladaría la madera a Jaca o tal vez hasta Zaragoza.
Por otra parte, el peso histórico de la antigua capital que fuera del reino aragonés, Jaca, y el posicionamiento estratégico que la ciudad tuvo para Felipe II con la construcción de la Ciudadela, llevó consigo implicaciones directas en el corte, traslado en navatas y venta de la madera. Así, sabemos que un tal Lorenzo Labastida, Proveedor de las Armas Reales, infanzón y vecino de Jaca, residente en la Ciudadela, fue designado en 1678 para "arbolar los navíos y galeras de sus armadas reales y otras de España" en una área de actuación que abarcaba toda la zona norte de la provincia de Huesca. Al respecto de sus negocios y actuaciones, que debieron ser muy numerosas, nos ha llegado una referencia concreta en la que " 32 de sus bueyes destinados para arrastrar la madera hasta los ríos pastaban en el monte de la Espuña llamado Val de Cereça y término del lugar de Ossin" ( Moreno págs. 320 y 321).
Almadías junto al templo del Pilar de Zaragoza y San Juan de los Panetes. Dado que las proximidades de Zaragoza estaban carentes de árboles adecuados para la construcción y obras importantes, tuvieron que recurrir a los bosques pirenaicos. Especialmente, entre los siglos XV- XVIII, la mayoría de la madera procedía de de las cuencas altas de los ríos Aragón y Gállego: “Todos los años se hace en el partido de Jaca un corte considerable de madera, que sirve para los carpinteros de Zaragoza” (Valenzuela, pág. 64 , en abastecimiento...). Unos viajes en almadías desde el Pirineo hasta Zaragoza que, como se aprecia en la imagen, todavía se veían en 1922 y podían durar 6 o 7 días con condiciones favorables. (Foto publicada por Cristian Ruiz) Escueta pero reveladora es la referencia que nos da el naturalista jurista e historiador Ignacio Jordán de Asso en 1789, al hablar de la explotación maderera cuando nos dice “...que se ha abierto carretera nueva en el monte de San Juan de la Peña para la conducción de árboles destinados para la Armada” (Asso, pág. 50). Dicha cita nos pone en conocimiento de que en San Juan de la Peña se seguían sacando abetos o pinabetes de buen porte. Y aunque se conocen sacas de madera de la parte meridional que llegaban a conducirse por el río Gallego, sabido es que dicho arbolado era más factible encontrarlo en la parte septentrional de los montes que rodeaban el vetusto Monasterio, además de ser mucho más corto el recorrido. Así que, aunque Asso no nos aclara si esos abetos para la armada del rey Carlos III eran bajados por el río Gállego o por el río Aragón, parece lógico que, por cercanía, esa carretera ( se entiende para carros) condujera al antiguo atadero de Santa Cruciella o al cercano ligadero de Santa Cilia, del que nos han llegado noticias por tradición oral. |
EL OCASO DE UNA ACTIVIDAD QUE SE PIERDE EN LA NOCHE DE LOS TIEMPOS
Dado el número de madera que se cargaba en la estación de ferrocarril de Jaca en 1902, se construyó un muelle específico para su carga y descarga. La instantánea probablemente nos muestra una cuadrilla de almadieros que han llegado a lomos de los troncos en un moderno camión. Los agujeros que se ven el la punta de los troncos nos indican que, si no han navegado, seguro que han barranqueao tirados por machos o mulas. La foto, tomada en la estación de ferrocarril de Jaca, con el monte de Rapitán al fondo, de autor desconocido, ha sido publicada en Faceboock por Lorien La Hoz, quien la data hacia 1920 y afirma que los protagonistas son chesos En unos lugares antes y en otros después, el trabajo de los navateros siguió vigente hasta el primer tercio del siglo XX. Los “enemigos” más encarnados para la navegación navatera, los saltos para producir electricidad y los pantanos fueron en continuo aumento. Por otra parte, la rapidez y comodidad del transporte de la madera en camiones por carretera y la aparición del ferrocarril hizo el resto para enterrar el oficio. No obstante, continuó existiendo un sistema mixto, que alternaba el transporte fluvial con el transporte por carretera y ferrocarril, como sucedía en Jaca donde la línea férrea había llegado en 1893. En efecto, se sabe que los almadieros chesos seguían bajando por el Aragón Subordán; pues se quejaban, en una noticia aparecida en el periódico La Montaña en mayo de 1903, de que “...tras tener muchas almadías preparadas a la orilla del río no podían bajarlas por escaso caudal...”; y también otra trágica noticia publicada en marzo de 1919 también en La Unión decía: ...“bajaba una almadía, sobre la que marchaban cuatro hombres y al llegar a un puente para servidumbre de Javierregay, chocó la almadía y sepultó a Eusebio Aduaín, de Sigüés, que falleció poco después. Con la víctima marchaban sobre la almadía, un hijo y dos convecinos suyos". |
Hay que tener en cuenta la fuerte explotación del bosque que se dio en estos años precisamente apoyada en la facilidad de los nuevos transportes. En 1903 llegaban por ferrocarril a Jaca 500 obreros de Granada y Jaén, contratados por el negociante en maderas señor Baños, para la corta y extracción de pinos y hayas maderables en los montes de Ansó, Fago, y Aísa. El mismo año en el que cortaban madera en las partidas del monte de Ansó 200 hacheros que habían llegado de Cuenca. Estos últimos con la finalidad de elaborar traviesas para la Compañía del Norte, cuya labra se hacía en las mismas zonas de las cortas para conducirlos por los ríos Veral y Aragón hasta el Ebro. Y que, en 1919, existían en en la Provincia de Huesca 32 serrerías y 15 almacenes de maderas, que con talleres de carpintería, carretería, tonelería, etc. consumían 64.000 metros cúbicos de madera; todo ello sin contar las maderas conducidas directamente por vía férrea o fluvial a los centros consumidores de fuera de la provincia.
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(1) Almadías y Navatas: en la documentación conservada a lo largo de los siglos en Aragón occidental (desde el río Gállego hasta Navarra) solo se habla de almadías y a sus tripulante los llaman almadieros e incluso se emplea el verbo almadiar. Ello demuestra que "navata" es palabra sobrabesa y ribagorzana ( Gómez de Valenzuela pag. 20 en Abastecimientos...)
La primera vez que yo he visto escrito navatas en la zona de Jaca ha sido en un librito titulado Cosas de Jaca escrito en 1900 por Francisco Quintilla, director del Pirineo Aragonés: "...cuando la liquidación de las nieves del Pirineo aumenta el caudal del río Aragón, se transportan á los centros comerciales grandes remesas de maderos convertidos en "NAVATAS" (pag. 32)
(2) Los troncos se clasificaban por su longitud medida en palmos: desde ochenes, los más cortos, de 1,6 metros, hasta los cuarentenes de 9,6 metros y el grosor por manos (10centímetros)
BIBLIOGRAFÍA
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