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Plaza M. Lacadena y Torre años 60 |
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1968. Desmontando el chapitel |
El paso de los años acaba siendo un juez
severísimo. Hubo mentes que quisieron limpiar de impurezas la
famosa Torre del Reloj, también conocida
como Torre de la Cárcel. ¿Acaso sabemos en realidad cómo fue esa torre en origen? Puestos a reconstruir, ¿por qué no le añadieron
matacanes, almenas o cadalso que bien pudo tener en origen? Nada sabemos sobre
el tipo de cubierta que tuvo durante los primeros 150 años de su existencia,
antes de colocar el chapitel que soportaría las campanas del reloj que
marcaban el paso a la ciudad y otros avisos, como la alarmante señal de fuego dada por la campana mayor. ¿Qué sería de nuestra catedral románica si, en aras al purismo, la hubiéramos despojado de las capillas renacentistas y barrocas?
La Torre, situada en el corazón de la ciudad y
equidistante a cualquier punto de la misma, fue uno de esos emblemas jaqueses
que, a modo de "faro", se hacía visible al acercarse a Jaca por
cualquiera de los cuatro puntos cardinales. De la misma manera que, a modo de privilegiada atalaya, servía para predecir eventos inesperados o deseados, como ocurrió cuando "el vigía, colocado en lo alto de la torre del Reloj, anunció por medio de la campana del mismo que el automóvil de S. A. la infanta Dª Isabel estaba á la vista en lo alto de Larbesa" (La Unión, 23-VI-1908);
pues en su viaje a Tiermas y Pamplona, pasó unas horas en la ciudad. Su condición de "faro" duró alrededor de 500 años, hasta que las modernas urbanizaciones le usurparon el galardón de ser la edificación más alta de la ciudad.
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Campanario de Escolapios |
De esta Torre, ya
estudiada por otros autores, me llamó la atención el chapitel, fundamentalmente
porque ya no está y porque a "ese caperuchón”, que creía llevaba allí toda
la vida, le cogí, como creo que muchos jacetanos verdadero cariño, pues no en
vano me acompañó desde que nací hasta 1968.
¡Qué no daría yo porque se volvieran a escuchar las
horas con aquellas campanas que llevaban tañendo tantos años¡ ¡Ahora mismo
sacaría las campanas del patio del Ayuntamiento y las volvería a colocar en lo
alto de la Torre¡ Pues para nada se me haría costoso olvidar el actual sonido robótico que emite el fonógrafo que ha relegado a las campanas de su ancestral
función para transformarlas en piezas de museo.
Esa década, la de los sesenta, la de los Beatles y la del
Mayo del 68, tan atrayente y feliz para mi generación, no lo fue tanto para las
viejos campanarios de nuestra ciudad, pues de los siete que sobresalían y se
divisaban en lontananza (el de la Iglesia del Carmen, el de la Catedral, el de Santo Domingo o Santiago, el del Reloj, el de los Escolapios, el del Hospital y el de las Benedictinas), dos de ellos, el del antiguo
Hospital de Jaca y el de la Torre del Reloj, enmudecieron para siempre al dar
su último latido en 1968. Con posterioridad, en 1984, ocurrió lo mismo con el de la
iglesia barroca de la Purísima Concepción de los padres Escolapios.
Reconozco que me pasó desapercibida la torre del
antiguo Hospital del Santo Espíritu y San Juan fundado el 20 de octubre de 1540 que unía en uno solo los antiguos hospitales de Santi Spiritus y San Juan Bautista;
una grieta en su campanario fue suficiente para que el Consistorio viera más
factible “esmocharla” que repararla.
Con esta actuación desapareció para siempre
un campanario que posiblemente fuera anterior a la propia capilla renacentista del hospital, pues reutilizarlo suponía ahorrarse la
construcción de uno nuevo. Ayuda a
esta hipótesis el hecho de que está situado en el exterior, adosado al lado
occidental de la capilla.
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Campanario de la capilla del Antiguo Hospital. Izda. 1907 / dcha. 2020 |
Por el contrario, recuerdo con exactitud cuándo las grúas,
excavadoras y camiones redujeron a escombros la torre campanario de los
Escolapios, y también los días en que se desmanteló el chapitel de la Torre
de la Cárcel.
El de la Cárcel era sin duda el más alto y bello, el que
mejor y con más fuerza sonaba y el que, con su reloj, marcaba el paso a la ciudad. Un sonido que pasaba para mí desapercibido hasta que nos anunciaba la
hora del recreo y la hora de la salida de las Escuelas Nacionales, entonces
situadas justo al lado, en la calle del Reloj.
Sí, he dicho bien, la calle del Reloj y también la calle de la
Cárcel, pues de las dos maneras la llamábamos todavía en mi juventud. Calle que,
fiel al peso de la tradición, se resistía al olvido de estos nombres, a pesar de que desde
1922 el Ayuntamiento de Jaca tuvo a bien dedicársela a D. Santiago Ramón y
Cajal. Una calle por la que recuerdo ver pasar, hacia la puerta de la
torre, al último encargado del mantenimiento del reloj; se trataba del señor Anastasio, hombre de talla muy corta, pelo negro y rizado con amplias
entradas, chaqueta y pantalón gris que, manivela en mano, salía de la relojería
Baras a diario para, peldaño a peldaño, ascender a lo alto del la Torre y dar cuerda al reloj.
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Torre del reloj con el "antiguo" chapitel, anterior a 1903. Visto desde el Sur. |
Me sorprendió, y me hizo prestar atención a este asunto de
las torres, observar, en una pintura al óleo, la parte septentrional de la ciudad
amurallada. Allí, como un gigantesco centinela, destacaba sobremanera la
Torre del Reloj, su altura y la forma de su chapitel.
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Óleo de 1898 de la zona septentrional de Jaca amurallada, con su espectacular torre. | | |
Al observar detenidamente ese óleo, de 1898, por un momento pensé que el pintor había descuidado
las proporciones y había representado la torre más alta de lo que en realidad
era.
Pasado el tiempo, cayeron en mis manos unas viejas
fotografías y, tras examinarlas, comprendí que ese pintor anónimo no era tan
mediocre como creía y que efectivamente, el chapitel, además de tener dos
cuerpos bien delimitados (“templetes”) estaba correctamente representado; así que
ese tamaño, que a mí me parecía desproporcionado, no era tal, puesto que lo
que en realidad veía era un chapitel que ni los jacetanos que nacieron inaugurando el siglo XX ni yo conocimos.
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La torre con el viejo campanil de madera de 1601. Obsérvese el saliente alerón volado de madera (rafe) típico de los edificios suntuosos y palacios del Renacimiento Aragonés que, a parte de su función decorativa, protegía las paredes de la lluvia y humedades así como la inclinación del campanil. (Ilustración del Diccionario de Pascual Madoz, editado en 1845) |
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Se trataba del campanil con cubierta a varias aguas, canetes
artísticos y rafe con visera muy prolongada al exterior, que realizaron Urbano
de San Vicente y Pedro Gil con el objeto de cobijar la campana de las horas, la
de las medias horas y la de los cuartos, en 1601. La misma Torre que vio y
describió J. M. Quadrado en 1844: “Torre cuadrangular del reloj coronada por un templete de hoja
de lata que inflamado por los rayos del sol resplandece como un faro”(J. M. Quadrado, ARAGÓN,
pág. 75) y que cita Madoz en su Diccionario
de 1845 como:"Una cárcel,
también de piedra sillería, en una torre en cuyo alto está el reloj cubierto de
un chapitel de pizarra y sostenido por columnas de madera”.
No tengo duda en saber a quién le hubiera encantado observar esa vieja pintura
y laa fotografía: a Juan Francisco Aznárez quien, en sus Estudios de historia
Jacetana de 1960, al comentar la Torre del Reloj, afirma certeramente:
"...También desapareció el
antiguo chapitel, del que TAL VEZ se conserven fotografías".
Es extraño, casi diría milagroso, que aquel viejo
chapitel de madera y pizarra que cobijaba las campanas hubiera aguantado la
friolera de unos 300 años, y es normal que, ante la menguante verticalidad, quebranto y estado
de ruina en que se encontraba a finales del siglo XIX, los viandantes elevaran
quejas al Consistorio ante el peligro que corrían al pasar por debajo de él.
Por este motivo en 1896, aprovechando que se encontraba en Jaca el arquitecto
diocesano Mariano Blasco se le pidió que hiciera un reconocimiento del mismo, para, poco
después, tras el correspondiente informe, encargarle el proyecto del nuevo
chapitel, cuyo diseño se presentó al Ayuntamiento al año siguiente.
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Colocación del andamiaje para el nuevo chapitel, 1903 |
La arriesgada operación de desmontar los templetes del
viejo chapitel se inició en 1900. Y el nuevo, el de hierro, con el que
yo conviví, se terminó de instalar, por el contratista y convecino señor Monen, el 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar, de 1903; durante esos tres años las campanas del reloj de la Cárcel dejaron de sonar.
Mientras tanto se hicieron peticiones para que, una vez quitado el
desproporcionado alerón que había en la fachada del Ayuntamiento, se colocara el reloj de la ciudad en una torrecilla, bien en el centro o bien en una esquina del edificio Consistorial de la calle Mayor.
Sin embargo, afortunadamente, el nuevo chapitel, junto con las campanas y reloj se
instalaron de nuevo en la Torre. No sin apuros y tras preparar el andamiaje, se
colocaron los cuerpos del elegante chapitel de 18 m de altura que, por piezas,
había llegado en ferrocarril desde Zaragoza. Se trataba de un chapitel negótico
"ad hoc" con los estilos historicistas del momento, ahora
realizado en un material más adecuado para aguantar las inclemencias del clima de Jaca,
el hierro.
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Proyecto Campanil M. A. Blasco, 1896. AMJ |
Este nuevo chapitel, de planta octogonal, estaba protegido
por una barandilla decorada con un entramado de evocación vegetal. Ocho
columnillas ascendían desde los ángulos para soportar la estructura, y en el centro,
como elemento más significativo y decorando cada uno de los segmentos, se
encontraban sendos arcos lobulados que, en perfecta armonía, asociaban el
presente de la arquitectura del hierro con la piedra de los ventanales
góticos del pasado. El chapitel culminaba con un pronunciado pináculo
fragmentado en dos cuerpos para cobijar cada una de las campanas y un para rrayos.
A pesar de las
propuestas que nos hacen Juan Francisco Aznárez y Domingo Buesa Conde, no
sabemos con certeza ni el motivo de la construcción de la torre ni quién fue su primer
propietario.
Probablemente esta torre tuvo una doble función, defensiva y
residencial: una mezcla de necesidad y de exhibición de poder muy propia del
contexto turbulento que imperaba en la época bajomedieval, y en consonancia con
otras torres cercanas como las de Larbesa, Canfranc, Aruej, Arrés, Biniés, Santa Cruciella o la "Torre del Moro" que desde el Boalar vigilaba desde un risco la entrada en el valle de Atarés...
De su habitabilidad algo nos dice su estructura que, con
más o menos variantes, era la usual en la zona: planta rectangular, cripta con
bóveda de cañón (bodega) y, sobre ella, cinco plantas más. Una primera y
segunda donde se pudieron establecer la cocina, los criados y las gentes de
armas; una tercera y cuarta con bellos ventanales góticos, geminados y
lobulados, que servirían de salón y dormitorios a los ricos propietarios; y un
ático, de menor altura, que pudo ser utilizado como desván, luego palomar.
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1910. Fotografí de Jesús Bretos |
Y es que, aunque Jaca estaba protegida con murallas, la
Torre del Reloj, exponente máximo de las torres patricias de la ciudad,
serviría como último reducto en caso de que la ciudad fuera asediada por el
enemigo. Hecho nada extraño si tenemos en cuenta que en Jaca existieron otras
torres que, aunque menores, surgieron con la misma finalidad: la Casa-Torre torre gótica del palacio de los Abarcas o condes de Larrosa, la torre gótica que coronaba
la Casa-Palacio de los Ximénez de Aragüés y las dos torres bajas, del siglo
XVI del palacio del conde de Bervedel.
Aspecto de la desaparecida Casa- Torre de los Abarca (1) en la Calle de las Damas hoy Calle Echegaray dibujada por Valentín Carderera durante su visita a Jaca en 1855 de la que anota: "Jaca, del conde De la Rosa. El interior que corresponde a los pisos es notable por los canecillos sobre los que apoyaban el techo volado en las ventanas" y de la que José Mª Lanzarote Guiral comenta: "se trata de una casa-torre de tres pisos, construida en sillería, con dos vanos de tradición gótica, uno en cada piso y otras dos ventanas conopiales en los pisos primero e inferior, al que se asoma una mujer. Quizá, la ausencia de puerta en la fachada que daba a la calle de las Damas, se deba a que por motivos de seguridad se abría por el patio lateral. La casa comprendía un complejo de edificios y de espacios al aire libre: cuadras, almacenes, huerto, patio de entrada y bodega con toneles donde se fabricaba vino.
Nos ayuda a sostener la idea de la función defensiva de la Torre de la Cárcel observar
los restos de algún vano aspillerado, otros reformados para colocar los barrotes
carcelarios y la existencia, en la cara norte de la torre, de una
"puerta-balcón", situada en el segunda planta que, aunque reformada
recientemente, puede ser muy parecida a la original. Un elemento arquitectónico común a otras torres defensivas
que en ese momento existían en el Alto Aragón y que obligaba a acceder al
interior mediante una escalera de madera.
Pedro Villacampa, nacido a finales del siglo XV, en 1492, y
fallecido en 1563, en El Noticiero de 1350-1563 (una
especie de libro de memorias) nos cuenta:"Acerca el anio 1400 se fizo la torre de Larbesa por
guerras(...)y en el mesmo tiempo fizo la torre de Jaca don Jorge Lasieso
arcediano y costó 24 mil sueldos de facer y la compró el merino con casa y todo á los Loriz por cinco mil sueldos ando de 1510..." Juan Francisco Aznárez al hablar
de la Torre del Reloj en Estudios de historia jacetana nos dice
que la torre es "obra de mediados del siglo XV, que se levantó con la ayuda de varios próceres jacetanos , y que Arnalt de
Lasala deja en 1445 cien sueldos jaqueses "para la obra de la Torre que de
presente se faze en la Ciutat".
Por otra parte, Domingo Buesa Conde, autor en 1987
de La torre del Reloj de Jaca, en la página 24, nos dice "que su función bien pudo ser determinada
por el reciente incendio en las dependencias catedralicias. Quemada la cárcel
eclesiástica de Jaca, el canónigo y arcediano Lasieso la levanta para este fin
y apoya económicamente la obra el poderoso miembro de la familia Lasala".
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Desde el mirador privilegiado de la base del Chapitel de la Torre. Foto de Daniel Dufol Álvarez, hacia 1940 |
¿PALACIO REAL?
Tradicionalmente se vinculó la existencia de la Torre como
parte del palacio real de Sancho Ramírez. Teoría que, a pesar de ser reiterada por
numerosos autores en sus publicaciones, nunca ha podido probarse; equívoco que de
forma inconsciente se ve favorecido por la colocación en la base de la Torre de la estatua de Ramiro I.
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Ramiro I. Obra de Ramón Casadevall, 1972 |
Sin embrago, sigue teniendo plena vigencia lo
dicho en la década de los años 50 por José Mª Lacarra, cuando afirma que el
palacio de Ramiro I (1035-1064), padre de Sancho Ramírez, se encontraba
construido en otro lugar, en el solar que hoy ocupa el monasterio de las
Benedictinas. También Domingo Buesa observó en 1987 contradicciones en la
cronología que evidenciaban que la torre de la cárcel no podía ser el palacio
real. Asunto este que creo ha quedado zanjado por Alberto Gómez García en el estudio
de El Castrum y el palacio real de Jaca (2017) donde,
tras hacer un exhaustivo análisis del palacio real y refutar tesis anteriores,
prueba que "en Jaca solo hubo un
verdadero palacio real, situado en el solar de la Benitas".
¿TORRE DEL MERINO?
La Torre también aparece nombrada como "Torre del
Merino", algo en parte real, pero que se ha prestado a excesos
interpretativos; es cierto que la Torre fue propiedad de los Ximénez Aragüés,
Merinos de Jaca y sus Montañas, pero también lo es que solo fue durante
83 años, de 1516 a 1599. Una familia de juristas que ocuparon altos cargos en la
ciudad, que desempeñaron casi de forma hereditaria el cargo de Merino durante
siglo y medio (1445- 1584), y que, además, tuvieron otras propiedades en Jaca, entre las que se encontraba la Casa-Palacio ubicada en la Calle Mayor, en la
que hasta 1914 se pudo contemplar su espléndida chimenea gótica.
EL RELOJ
La compra de la Torre por el Concejo, en
1599, al entonces Merino de la ciudad Pedro Ximénez Aragüés, en un
principio para poner en su interior una cárcel más segura, obedecía a un
transfondo de mayor calado, pues la razón última de dicha compra fue la
instalación de un reloj, que significaría un traspaso de poderes en toda regla.
En efecto, la posesión y regulación del tiempo en la ciudad se debe enmarcar en
una sociedad donde la Iglesia Católica constituía una estructura capaz de
competir con la civil y de ordenarla según sus propios criterios. De allí que,
en ese "campo de batalla" entre el poder civil y el religioso, la
posesión de un reloj instalado fuera de la Seo se viera como un verdadero
símbolo de independencia del poder civil, y también de lo contrario, como la
pérdida del mismo por parte de la iglesia.
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Maquinaria del último reloj de la Torre (1932). Foto de A. Ruiz y P. M. Sarrió |
El equilibrio tradicional de poderes pareció
romperse cuando se decidió traspasar el reloj de la Seo a la Torre. Se trataba
de un nuevo reloj encargado a Pedro Rolín de Barbastro que había sido costeado por el Concejo. El reloj había sido colocado en la Catedral en 1596, y cinco años más tarde,
tras fundir nuevas campanas, una para los cuartos y otra para las horas, de unos
308 y 1489 kilos respectivamente, se reubicaron en la Torre ahora propiedad de
la ciudad. Un traslado que se realizó a pesar de la fuerte oposición del
Cabildo.
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Campanas del reloj en el Ayuntamiento |
Aquel reloj, ya "viejo" y falto
de precisión siguió funcionando hasta el siglo XX. No se renovó como se había hecho con el chapitel. Tampoco faltaron quejas por su deficiente funcionamiento e incluso hubo quien, aprovechando que la piqueta iba a derribar el antiguo chapitel, pidiera su desaparición " aunque sospechamos que esto último preocupará muy poco al vecindario, que habituado á sus intermitencias é informalidades, no escucha las campanas, temeroso de equivocarse en la hora": (La Montaña, 20-VI-1896) .Y no era solo el asunto de tener trasnochado el reloj lo que preocupaba a los jacetanos sino el de no saber a qué reloj atenerse, pues, a pesar de que "el único reloj oficial era el de la torre de la Cárcel" , también sonaba el de la catedral, planteando dudas como la que expuso "M.B". en el periódico local La Montaña el 12 de septiembre de 1896: " Ruégole tenga á bien enterarse de quien corresponda, qué reloj rige en esta población para los actos oficiales, si el de la torre de la cárcel ó el de la catedral, pues sabido es que por regular difieren uno del otro en tocar sus horas sobre quince minutos poco más ó menos".
Un desconcierto entre los relojes de las torres del que en 1910 se decía que siempre van como vulgarmente se dice,"con la esquina de los caracoles". Efectivamente, no le faltaba razón al vecino que decía no preocuparle la inexactitud con la que se medía el tiempo ni al que no sabía a qué hora atenerse . Por otra parte, a los jaqueses les sobraban motivos para estar habituados, porque el asunto venía de muy lejos, y ninguno de los relojes funcionaba correctamente. De cualquier forma, el problema era más aparente que real, pues a principios del siglo XX, con la llegada del ferrocarril, Jaca había adquirido hechura de pequeña capital. Contaba con un floreciente comercio y con relojerías donde se podían comprar los últimos modelos de relojes de bolsillo, pulsera, mesa ... además de los consabidos relojes franceses de contrabando, frecuentes en algunas casas. Pero, a pesar de ello, no se renunciaba al valor político y simbólico que tenía el mantener la hora oficial en un reloj público. De allí que, en abril de 1910, el Ayuntamiento adquiriera al más afamado relojero, Clemente Baras, un "hermoso cronómetro" que, colocado en la puerta de su establecimiento, sería de "gran ornato" en la calle Mayor "á fin de regular la hora oficial y evitar así el desconcierto que existe entre los relojes de las torres[...] gracias a ello los jaqueses sabemos desde el domingo en qué hora
vivimos. Para lo cual nuestro Ayuntamiento tiene acordado conceder á dicho industrial una gratificación anual de 75 pesetas, con cuya cantidad tiene aquel que subvenir al sostenimiento del aparato, y el pago de dos potentes focos eléctricos á fin de iluminar las esferas". (La Unión, 21de abril de 1910)
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El moderno reloj del Ayuntamiento colocado justo en frente de su fachada, en la calle Mayor, marcaba la hora oficial desde la puerta de la relojería Clemente Baras. Fotografía de Jesús Bretos , 1912 |
No obstante, las quejas y mofas a los relojes de las torres continuaron: "Más parece un chirimbolo para desacreditar a nuestro ayuntamiento"; "Que lo arregle un relojero de veras que lo hiciera entrar en cuerda"; "Vale más tener uno bueno de Canseco, que dos malos"; "Saber a qué hora se vive es más difícil que atrapar el gordo de la lotería"; "No saber cuál era la última campanada de la última noche del año1931"... fueron algunos de los "elogios" que les dedicaban a los relojes de las torres que, además, ahora podían comparar su "exactitud" a través de las señales horarias en la radio.
A pesar de ello el viejo reloj de la cárcel siguió funcionando hasta bien entrado el siglo XX, cuando, durante la II República, actuando
como presidente de la alcaldía Julio Turrau, fue reemplazado por otro más
moderno y último, en 1932.
UNA ANÉCDOTA
"Dónde vas que tanto corres
A ver al escalatorres"
(Periódico la Unión, 28 de junio de 1923)
1923. La troupe del "Escalatorres" coronando el chapitel de la torre de la Cárcel de Jaca. Foto, Chema Martínez, expuesta por Lurdes Cavero en Faceboock en 2014
Las fiestas de Jaca de 1923 guardaban una sorpresa
a nuestra Torre. Fue un 28 de junio. En el programa de fiestas de
aquel año entre los habituales eventos programados: gigantes y cabezudos,
cabalgatas, rondallas, desfile de autos con lindas señoritas, adoración a Santa
Orosia, partido de balompié en el nuevo campo de la Corona de los Cuervos, gran
feria de ganados, carreras de cintas, carreras de bicicletas y a pie, y bailes... hubo
uno que, por nunca visto y emocionante, esperaban con expectación los jacetanos.
Se trataba de la actuación del granadino José de Puertollano junto con su
troupe familiar.
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Hacia la Torre |
Puertollano, verdadero mito de la España de principios del
siglo XX, fue conocido como el "Escalatorres", como el "Rey de las Alturas", y también bautizado por la prensa como el
"Hombre Araña", 40 años antes de que, en 1962, Stan Lee y Steve Ditko
crearan a Spider-Man.
Su bien ganada fama la había adquirido trepando y haciendo
equilibrios. Primero recorriendo las torres y chimeneas más altas de Galicia
(en 1909 escaló la catedral de Santiago de Compostela en presencia de Alfonso
XIII), y luego recorriendo el resto de España y Portugal.
Precisamente, el año anterior a hacer su exhibición en Jaca, escaló las torres de la Basílica del
Pilar, protagonizando uno de los acontecimientos estelares de las Fiestas de la
Pilarica de Zaragoza.
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Saludando |
Ese Escalatorres, capaz de dormir a pierna suelta, tomar
café, quitarse la chaqueta y saludar con el sombrero desde la punta de un
campanario, de una cruz o de un pararrayos, dejó boquiabiertos a los jacetanos que
en gran número acudieron, primero a la Torre del Reloj, y luego al campanario de
la Catedral. Acontecimiento que el periódico local, La Unión recogió en estos
términos:
"Bien, amigo Puertollano. ¡Qué ligereza de
remos! ¡ qué indiferencia al vacío! y todos como unos memos, cuando tales cosas
vemos, exclamamos ¡vaya tío! Trepa, que trepa, que trepa; sube, que sube, que
sube, sin haber nadie que sepa, cómo llega hasta la meta, que es, la meta de
una nube: y despreciando la vida, siendo duro de testuz, cual torero en gran
corrida, con una media caída, se acuesta en la misma cruz. Le dieron mil
ovaciones, jaqueses y forasteros; se necesitan riñones para con las
ascensiones, poder ganar el dinero".
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El "Escalatorres" sobre el campanario de la Catedral de Jaca,1923 |
LA CÁRCEL ("Posada del Rey Ramiro")
LOS TRISTES DÍAS EN QUE LA TORRE
FUE MÁS CÁRCEL QUE RELOJ
Ciertamente la ciudad necesitaba un lugar más
apropiado para custodiar a los presos de la cárcel principal, situada en el
siglo XV en un torreón de la puerta de San Pedro. Fue por fría e
insegura, y porque los cautivos por actos civiles estaban mezclados con lo
criminales, la causa por la que la antigua cárcel se trasladó a los nuevos locales donde se iba a ubicar en propiedad la primera "Casa de la Ciudad"
(Ayuntamiento). Dos caserones "comprados a Martín Abarca en 1486, sitos en la
calle Mayor, en el cantón de Capiscol con sendos accesos: por la calle Mayor,
y por la del Reloj" (Aznárez, pág. 13) De allí, pasó en 1602 a la Torre, edificio que desde entonces también será conocido como la Torre de la Cárcel.
Con posterioridad, se fueron
acomodando los espacios comprando casas anexas para ampliar las
dependencias y necesidades de la cárcel de Partido judicial. Así trascurrieron
los años con una solvente y amplia prisión que cumplía las necesidades de la ciudad y de la comarca (hay que tener en cuenta que los abundantes
acuartelamientos militares tenían sus propios calabozos), donde los presos solo veían alterar su rutina en momentos puntuales que solían
coincidir con revueltas, cambios de gobierno o acontecimientos bélicos como los
de Guerra de la Independencia.
En 1902, como hemos explicado, no sonaban las campanas del reloj, pero sí fue sonada la fuga de dos presos, a los que sirvió de aliado el reloj de la Torre, pues el sábado 13 de diciembre "a las ocho de la noche, llamó la atención de algunas personas una cuerda que colgada de los muros de la cárcel. Avisado el alcaide del establecimiento observó que se habían fugado un preso de Hecho, acusado de tentativa de violación y otro de
Atarés, acusado de incendiario. Los fugitivos habían abierto un gran boquete en una pared
interior que comunicaba con la escalera de la torre que conduce al reloj, del cual tomaron una de las
maromas de los pesos del reloj que tendieron por la ventana" (La Montaña, 20-XII-1902).
Sin embargo, nada fue comparable a los hechos que tuvieron
lugar tras la Sublevación en Jaca del 12 y 13 de diciembre de 1930 y durante
los años que siguieron al Alzamiento del 18 de julio de 1936.
Aquella cárcel
para cuyo mantenimiento contribuyeron los comarcanos,
prevista para maleantes, asesinos y malhechores, se iba a transformar en
penal para algunos jacetanos del siglo XX. Personas a las que tan solo se les podía acusar de haber cometido el "delito" de ser
republicanos o haber manifestado alguna simpatía por los ideales de la izquierda política.
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En el centro, con boina y corbata, saliendo de la cárcel
con 50 paisanos, Pío Díaz, alcalde durante la
Insurrección Republicana del 12-13 diciembre de 1931
(Foto cedida por Esteban C. Gómez) |
Como negro presagio de acontecimientos posteriores, el 15 de
diciembre ya estaban encarcelados una treintena de jacetanos, junto a su fugaz alcalde republicano Pio Díaz, y Casares Quiroga. Número que con rapidez alcanzó la cifra de 139 al terminar el mes; para, cuatro meses después, tras el triunfo de las candidaturas
republicanas, ser liberados el 14 de abril de 1931.
Iniciado el Levantamiento y la Guerra Civil, la cárcel, ahora trasformada en antesala de la muerte, se
quedó pequeña. Detenciones arbitrarias, ajustes de cuentas y acusaciones
infundadas llenaron la "Prisión
de Partido y la torre de la cárcel o "Posada del Rey Ramiro" como la
llamaban con sorna los detenidos en ella". Y de allí, sin acusación alguna, sin previo juicio o
consejo de guerra, fueron conducidos en camiones hacia pelotones de fusilamiento formados en las afueras de la ciudad donde "en los primeros ocho meses, 271 personas, entre el fuerte de
Rapitán y el de las Batiellas, encontraron su particular Mauthausen" (El
eco de las descargas, Esteban C. Gómez ).
Testigo inesperado de excepción de aquellos
acontecimientos fue Joaquín Maurín, secretario General de la CNT, del POUM y diputado en Cortes por Barcelona, quien
intentando pasar a Francia con el nombre falso de Joaquín Julio Ferrer narró su
estancia en la ciudad, su detención y los días que pasó en la cárcel de Jaca.
( Extracto de Cómo se salvó Joaquín Maurín,
apartado VI. "EN LA PRISIÓN DE JACA")
"El edificio está pegado a una
torre, en la que se encuentra el reloj que oficialmente marca el tiempo a la ciudad. Para subir a la torre a dar cuerda al
reloj hay que entrar en la prisión. En tiempos de paz, la prisión de Jaca
albergaba, cuando más, a media docena de presos comunes... En el mismo piso
estaba la capilla. En el primer piso había tres habitaciones, dos de las cuales y una
cocina formaban la residencia del jefe de la prisión. La tercera, era la
oficina. La normalidad de la prisión se alteró totalmente a partir del 18
o 20 de julio. Donde antes había media docena de presos, ahora se
amontonaban doscientos, quizá trescientos. Primeramente, se utilizaron las
habitaciones del jefe en el primer piso, y la capilla, en el segundo. Pero ese
espacio no era suficiente. Hubo que habilitar los rellanos de la torre del
reloj y el palomar, situado en lo más alto de la torre. Las palomas se
desbandaron... Había gente de todas las edades: jóvenes y viejos, aunque
predominando los hombres de edad madura. Daban la impresión de pertenecer a la
clase media.
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Joaquín Maurín |
La capilla, en cierto modo, era el departamento de los
presos «distinguidos»...
Aunque sólo era media tarde, la atmósfera era densa, opaca:
las personas parecían sombras... La prisión albergaba a unas trescientas
personas... En el departamento de mujeres, un cuchitril alargado, con
dos pequeños ventanillos, había unas treinta presas...
La mayor parte eran campesinos y obreros. Luego venía la
clase media: comerciantes, secretarios de ayuntamiento, maestros, médicos,
empleados. Todos, fabricados de la mejor madera de que se puede hacer al
hombre... Políticamente, los presos de Jaca eran republicanos,
socialistas y cenetistas. Todos eran de Jaca o de los pueblos vecinos y estaban
identificados. El único forastero era yo, Joaquín Julio Ferrer...
El funcionario del Ayuntamiento que
subía todos los días a la torre a dar cuerda al reloj municipal resumía a los
presos, localizados en los rellanos de la torre, la marcha de los
acontecimientos. Los presos que ingresaban eran otra fuente de información... A fines de septiembre o comienzos de octubre, recomenzaron los fusilamientos. Generalmente, la operación tenía lugar dos veces por semana,
a razón de un promedio de diez o doce por tanda.
Poco antes del amanecer, se oía el roncar de un motor
delante de la prisión. Todo el mundo estaba despierto, aguzando el oído. No se
movía nadie. Poco después resonaban pasos fuertes en los peldaños de la
escalera que conducía al primer piso. Transcurrían unos minutos de profundo silencio. Luego, el oficial de guardia abría la puerta de la capilla o
la cancela de la nave principal o se asomaba a la escalerilla de la torre y
voceaba los nombres de los elegidos: -¡Fulano de Tal! ¡Fulano de Cual!… En menos de diez minutos, los escogidos estaban listos para partir. No presencié nunca un caso de flaqueza o debilidad. Mozos y
viejos se comportaban como héroes. Y lo eran.
De vez en cuando había una exclamación patética: -¡Hasta la
eternidad, compañeros!
-¡Mis hijos! ¡Mis pobres hijos!
Los elegidos bajaban al primer piso. Allí eran
identificados. La Guardia Civil los esposaba y los conducía al autobús que
aguardaba delante de la prisión... Parecía el coro de una tragedia griega. ¿Cómo habían llegado a saber tan pronto quiénes eran las víctimas? No lo sé.
A pesar de las salidas matinales, como había nuevos
ingresos, casi todos campesinos de los pueblos del distrito, en la prisión no
se cabía: reventaba.
... Las autoridades acordaron descongestionarla, y parte de los
detenidos fueron trasladados al fuerte de Rapitán, en las proximidades de la
ciudad.
En los meses que siguieron fueron puestos en libertad muchos
presos. La prisión iba vaciándose. Las palomas, fugitivas durante cerca de un
año, regresaron progresivamente al palomar de la torre".
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Torre en la Actualidad, 2020 |
Según investigaciones de Esteban C. Gómez, los fusilamientos
continuaron hasta 1942, de ellos, 386 eran de Jaca y vecinos de los municipios próximos que fueron traídos y fusilados; y hasta un nº de 402, de otros
lugares pertenecientes al partido judicial de Jaca, pero fusilados en otros lugares.
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Placa sobre la fachada norte de la Torrre |
La prisión de Partido cesó como tal en 1955. En la Torre, utilizada como calabozo, se dejaban ver tras las barrotes de las ventanas, algunos presos comunes hasta los primeros años de la década de los sesenta. Hasta que, en 1968, se aisló la torre y se sustituyó el chapitel por un tejado a dos aguas. El aspecto externo e interno de la Torre no ha variado desde 1986, año en el que se remodelaron sus interiores para establecer la Sede de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, organismo dependiente del Consejo de Europa.
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Aspecto que tendría la torre si se hubiera tenido en cuenta el trabajo de Jesús Dumall y Manuel Campo |
Se aisló la torre, se le dio un empaque más acorde con la original, pero, como he dicho al inicio, nada sabemos sobre
el tipo de cubierta que tuvo durante los primeros 150 años. De allí que, en mi modesta opinión, en su restauración se perdiera una ocasión de oro para resucitar su aspecto medieval. De ello dieron cuenta tanto Jesús Dumall como Manuel Campo al exponer amargura en la revista Jacetania de diciembre de 1970:
"Cuando se estaba coronando la Torre con ese feísimo tejado que ahora lleva, presenté un trabajo realizado por Jesús Dumall, sobre una fotografía del firmante para mostrar COMO PUDO QUEDAR LA TORRE DEL RELOJ, si al reformar la misma, se hubiera ajustado a lo que en un principio se habló, y en cierto modo, se prometió: DOTARLA DE ALMENAS..." (Manuel Campo Pérez)
Cincuenta y dos años después, Desde ARCA, Castillos de Aragón, José Manuel Clua hizo en 1922 esta propuesta de reforma de la Torre:
"Hace poco tiempo os figuraba en lo que desde ARCA estábamos trabajando, era la realización de un recortable de la Torre de la Cárcel de Jaca.
El caso es, que desde Jaca se sugirió recuperar ese posible (aunque no lo sabremos nunca) aspecto primigenio de la torre. Esa puerta en altura y su acceso, así como un posible cadalso que quizás tuviera (no lo sabremos) al igual que otras torres de ese tipo que si lo tienen. Posiblemente sus cuantiosas transformaciones hayan borrado los vestigios de saber si lo tuvo o no.
Pero aquí os dejo los recortables montados que esperamos poder presentarlos en septiembre. Uno la versión actual y otro con la recreación primigenia".

(1) El testamento de don Rodrigo Abarca (1454) reconoce que tiene la ciudad de Jaca una torre en la calle Trapería ( plaza de la Catedral, según Jean Passini) con sus casas, patios y huertos y "bodega al suelo de la Torre con multa vaxiellaya vinaria". En 1578 se localiza entre las calles de la Trapería y Obispo. Se sitúa en 1650 entre la calle las Damas y Obispo. Y finalmente, en el censo de 1718 la Casa-Torre donde habitaba el conde de la Rosa , don Juan Abarca, la sitúa en la calle de las Damas, hoy Echegaray.
Según Domingo Buesa comparando el nomenclator urbano dieciochesco de Jaca con el actual, puede identificarse la calle Trapería, luego llamada de las Damas, con la actual de Echegaray ( Gómez de Valenzuela, página 115).
CRONOLOGÍA SOBRE LA TORRE
(Datos extraídos de La Torre del Reloj. Domingo J. Buesa,
1987)
1445. Se está edificando la torre.
1516. Los Lóriz la venden a Miguel Ximénez .
1599. La torre es comprada por el Ayuntamiento. Se
traslada el
reloj desde la catedral. Se funden las
campanas.
1600. Pleito sobre la cárcel con el bayle. Primera inspección de la torre. En el Concejo la prepara para cárcel real.
1601. Se hace el chapitel. Se colocan las campanas.
1602. Se concede licencia para convertirla en cárcel.
1675. Obras en la techumbre de la torre.
1809. Obras en las cárceles reales.
1852. Se gira inspección a la torre.
1853. Se subastan las obras de la torre.
1857. Se ejecutan las obras en las cárceles.
1884. Obras en cinco ventanas de la torre.
1896. Expediente de la reparación de la cúpula.
1897. Proyecto de derribo de la cupulilla.
1900. Se inician las obras de derribo.
1902. Proyecto del arquitecto Blasco. Se quita el reloj de la
torre.
1903. Obras en el remate de la torre.
1925. Petición de presupuesto para un nuevo reloj.
1932. Se pone el nuevo reloj.
1949. Se pinta la torre metálica.
1955. Se suprime la cárcel de Jaca.
1955. Petición de declaración de Monumento Histórico Artistíco.
1956. Se repara la estructura metálica de la torre.
1959. Plan de arreglo del chapitel de la Torre.
1968. Se aísla la torre.
BIBLIOGRAFÍA
Aznárez, Juan
Francisco (1960). Estudios de historia jacetana. Instituto de Estudios
Oscenses (CSIC).Huesca, 1960.
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CONDE, Domingo J. La Torre del Reloj de Jaca. Diputación
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octubre-17 noviembre, 1991). Zaragoza, 1991.
GÓMEZ DE VALENZUELA, Manuel. Los linajes de los Abarca, señores de la Garcipollera y Serué (siglos XV a XVIII. Editan Asociación Sancho Ramírez. Jaca y Amigos del Serradlo. Sabiñánigo. 2022
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García, Alberto "El Castrum y el palacio real de Jaca" Estudio
realizado para beca de Investigación promovida por la Asociación Sancho
Ramírez. Jaca, noviembre de 2017.
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sonoro de la jacetania: campanas, toques y relojes públicos. El
Pirineo. Jaca, 2019.
Hola, Tino: ahí te quería ver. Abrumadora información, desconocida para mí pese a que dormí durante 16 años al ladito (no dentro, gracias a Dios). En mis tiempos se utilizaba como depósito de detenidos, antes de pasar, en su caso, a la cárcel de Huesca. Con motivo de salir de cabezudo un año en las fiestas de Santa Orosia pude entrar a la parte hoy derribada, donde ahora está la estatua (nos cambiábamos allí y nos daban 25 pesetas, un dineral para mí por entonces). Aquello era peor que una mazmorra medieval y no puedo imaginarme a 300 personas allí metidas a la vez y esperando el paseíllo. Debió ser terrible. Se me cayó el alma a los pies cuando, tras varios años, regresé a Jaca y vi que habían derribado el chapitel. Desastre sólo comparable al cometido en la plaza Biscós. Un abrazo. PLV.
ResponderEliminarGracias amigo. Somos muchos, quizás todos los que vimos ese chapitel, los que lo echamos de menos. Sobre el Templete ya lo has dicho tú. Todavía colean a diario lamentaciones a su desaparición. Y lo dicho, gracias. Tu "insistencia" sobre este tema me ha llevado a sentarme y a escribir estas notas sobre la Torre.
EliminarHola Tino: Enhorabuena por tu exhaustiva y profunda información.Leo tu blog y me parece superinteresante. Gracias por compartir la información, como jacetana me encanta saber las historias de mi tierra. Un saludo M José
ResponderEliminarGracias M. José. Saludos cordiales.
EliminarMuchísimas gracias por un trabajo extraordinario.
ResponderEliminarCuánto por aprender.
Un saludo y sigo leyéndote con el mayor interés.
De nuevo gracias Luis. Abrazos apretaos.
ResponderEliminarFabuloso trabajo Valentín, el reloj de la Torre me marco el tiempo durante muchos años, viví en la Calle Ramiro I (antes La Luna ) del 1946 al 1962, era mi reloj, el de La Catedral sonaba más lejano y siempre iba mal, aparte de ello tiene para mi otros recuerdos como tu apuntas, no precisamente agradables, a pesar de ello como Jaqués me gusta saber. Buen trabajo, te lo has currado, ha valido la pena. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Josechu. Y sí, tienes razón en el asunto al que te refieres. No son pocos los jaquees que sienten escalofríos al acercarse a la Torre, no les faltan motivos. Los hechos son los que fueron y, afrontarlos y no ponerse de perfil en asunto tan vergonzoso,lo considero un acto de justicia.
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