MIS COSAS DE JACA

Estas páginas van destinadas a todas aquellas personas que quieren a su ciudad, como me sucede a mí con la mía, Jaca. Hablaré, pues, de “mis cosas” esperando que alguna de ellas pueda ser también la tuya o, sencillamente, compartas mi afición por “colarme” entre el pequeño hueco que separa la memoria de la historia, lo general de lo particular o lo material de lo inmaterial. Estas “cosas de Jaca” están construidas a base de anécdotas , fotos de ayer y hoy, recuerdos y vivencias mías y de mis paisanos y de alguna que otra curiosidad, que me atrevo a reflexionar en voz alta. No es mi propósito, pues, ocuparme de los grandes temas de los que ya han tratado ilustres autores, es más bien lo contrario: quiero hacer referencia a rincones ocultos, héroes anónimos, huellas olvidadas, sendas por las que ya no se pasa, lugares que fueron un día centro de atención y hoy han sido relegados a la indiferencia, al olvido o al abandono; a unos escenarios donde se sigue representando la misma obra pero con otros actores.

domingo, 21 de junio de 2020

CELEBRACIÓN DE SANTA OROSIA VISTA POR UN VIAJERO FRANCÉS EN 1838



      






                       CELEBRACIÓN DE

                   SANTA OROSIA VISTA POR

                  UN VIAJERO FRANCÉS

                             EN 1893 

  


                  LETTRES SUR L´ARAGON.  SAINTE EUROSIE - LÉGENDE ARAGONAISE (1838)

           Aragón es una tierra llena de antiguos milagros: no hay una montaña que no recuerde un evento sobrenatural; ni una gruta que no tenga su antigua leyenda; ni una iglesia que no venere las reliquias de algún glorioso mártir. Pero la fiesta por excelencia del Alto Aragón, la que junta a 30 pueblos de los alrededores en Jaca, es la celebración de la santa Orosia, el 25 de junio de cada año. La historia de la santa es una antigua  y maravillosa tradición de la guerra de los moros …

          Ese 25 de junio, día del aniversario del traslado de las reliquias a Jaca, todo el obispado acude a la cita: cada casa envía a sus representantes; cada pueblecito su procesión, que encabeza un sacerdote con la cruz parroquial. Entonces se forma entre varias parroquias una cofradía de devotos, que, revestidos con trajes de peregrinos, descalzos, con las cabezas descubiertas y el bordón en la mano, se reúnen cerca de la ciudad, en un lugar llamado Guasa.  El cura párroco de santa Orosia los sale a recibir, con la cruz en la mano: desde allí se dirigen a Jaca, y son recibidos, a las puertas de la ciudad, por las autoridades municipales, el clero y la camarilla  de músicos.


 Hacia Guasa, (hacia 1970)

           Al día siguiente, las calles están  plagadas de flores y las casas adornadas con blancos mantones.  El cuerpo de santa Orosia es llevado de forma triunfal, en medio de las autoridades civiles y religiosas, seguidas de una multitud incontable de pueblo; mientras que, a lo lejos, en medio de las filas silenciosas y recogidas, sobresalen más de 60 cruces y estandartes con sus santos resplandecientes de púrpura y oro. Este inmenso cortejo se detiene en la plaza del Toro, donde se eleva, sobre cuatro columnas, una antigua capilla, sobrepuesta en una plataforma.

           El relicario se deposita sobre una mesa de piedra, al borde de la plataforma; después, el obispo levanta numerosos mantos de seda y muestra al pueblo arrodillado los restos de Orosia. No hay ningún hijo de Aragón que quede mudo ante semejante espectáculo. 




1914. Endemoniada en el interior del Templeta de Santa Orosia 
(Foto de F. de las Heras)


Miles de cánticos, miles de gritos de admiración y de entusiasmo se oyen por todas partes; todas las cabezas se descubren, todos los brazos se elevan: labradores y burgueses, mantillas de sayal y de encaje, cabellos lisos y rizados, todos se apresuran para acercarse a las santas reliquias. Hay entre el pueblo y el clero de la plataforma un intercambio continuo de dinero y de bendiciones: multitud de rosarios vuelan y revuelan por los aires después de haber tocado los huesos de la santa; rosarios para toda clase de enfermedades, rosarios que lograrán que se casen las chicas jóvenes; rosarios que protegerán de la muerte súbita y del puñal. Después vienen los locos, los embrujados, los endemoniados, a los que se les rocía con agua bendita, a los que se les da pan bendecido, a los que se obliga a caminar con los rosarios bendecidos, a pesar de sus gritos de terror y de sus espantosas convulsiones, signos evidentes de que el diablo está en pena en su interior y va a salir del cuerpo de los poseídos.




Foto F. de las Heras, 1925. Al fondo el moderno
Veneratorio- "Templete" de Santa Orosia

      

    No terminaría nunca si enumerara los incidentes y las escenas alegres y conmovedoras de esta fiesta. Durante los dos o tres días que dura, Jaca, a primera vista, presenta una visión hermosa y animada. Las casas están llenas a rebosar; en las plazas y en las calles se encuentran variadas y originales costumbres. En cualquier lugar se cruzan el ancho sombrero y el pañuelo rojo trenzado en turbante, el gracioso corsé del llano y los vestidos sin talle del valle de Ansó. Más lejos, veo la blusa del bearnés y la boina ribeteada de los vascos; pues los habitantes de nuestras montañas, jóvenes y viejos, también vienen aquí, a la fiesta extranjera, con la alforja en la espalda y el bastón de acebo en la mano. Después vuelven a sus aldeas, afligidos por la fatiga, pero orgullosos de su peregrinaje y llenos de maravillosas historias, que llenarán de encanto las largas tardes de invierno. (G.D.)    



Traducido del Journal Politique et Littéraire de Toulouse et de la Haute-Garonne

(Vendredi 17 août, 1838)

por

     Valentín Mairal López     



           

4 comentarios:

  1. Interesantísimo y poco o nada conocido. Gracias, Valentín.

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  2. Una endemoniada vestida de blanco. Me sorprende.

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    1. De la misma serie fotográfica, existen poseídas con blusa blanca. El apunte manuscrito es original y eso es lo que pone "endemoniadas. Y sí, era frecuente ver bajo las peanas de las reliquias o justo al lado mujeres enlutadas o embozadas.

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