Los primeros sombreros con espejos y claveles que recuerdo salían de enfrente de mi casa, en la calle San Nicolás, calle que fue una de las más populosas de Jaca a principios de siglo XX y que a mediados de siglo todavía conservaba gran parte de la tradición agrícola. El portal, en cuestión, era el de la casa de “Antonino” de donde salían, vestidos de labradores, Jerónimo y su hermana Antonieta.
Sombrero de un componente
de la escuadra de labradores |
Estos primeros recuerdos se mezclan con el olor a pólvora y el estruendo de las descargas. Impresionaba ese: ¡Apunten… Fuego! tanto como la seriedad y concentración del momento, al que seguía una lluvia de virutas de papel que, a modo de serpentinas, quedaban volando por los aires. Eso era lo que más me gustaba, pero me costaba entender de dónde salían todos aquellos trocitos de papel después del disparo, porque en la cocina de mi casa, más de una vez, le había ayudado mi padre a hacerse sus propios cartuchos para la caza, y esos cartuchos no se cargaban precisamente con papeles.
Alejandro Ibarra y Pepe Sancho preparando la salida de la comitiva desde el Cuartel de los Estudios |
La primera implicación en la fiesta, como me imagino la de muchos chavales de mi edad, fue conseguir el armamento adecuado para imitar a las escuadras de labradores y artesanos y hacer algo de ruido, para eso había que tener los famosos tiradores, conocidos entre nosotros como “matamoros”. Ya éramos parte de la fiesta o, al menos, así lo debió considerar el Consistorio, cuando en 1961, para promocionar esta costumbre y dar animación a las calles, se repartieron en la puerta del Ayuntamiento algunos tiradores con la consiguiente munición. Lógicamente no hubo para todos y los cogieron los primeros que llegaron. También recuerdo que, en años sucesivos, se hizo algún reparto en la escuela, a condición de devolverlos después. Pero lo bueno era tener tu propio artilugio en propiedad y guardarlo colgado en el cuarto trastero hasta el próximo año. La manera de hacerme con uno no resultó muy difícil. Se daba la circunstancia de que en la primera casa del barrio de San Juan vivía Paco, el herrero. No puedo recordar el precio de aquél “matamoros“, pero sí el tiempo que esperé pacientemente a que me lo hiciera, a medida, en la única herrería que yo he conocido y que estaba en el callejón de los franceses.
1967.Comida de artesanos en el hotel La Paz. De izquierda a derecha: Isidoro Mairal, Jesús Ayerdi, Joaquín Sanz, Fernando Mairal y Vicente Callizo. |
Otra cuestión, y problema económico, era comprar la munición. La comprábamos en una tienda mágica, una especie de “corte inglés” jacetano, que eran los almacenes “El Siglo”. Allí trabajaba un señor con bata gris, calvo, fumador de pipa, montañero, gran aficionado a la pesca y a la caza y que entendía de pólvora y cartuchos, era el señor Gerardo Pérez. Entre sus labores tenía una que lo unía íntimamente a la fiesta del Viernes de Mayo, pues era el encargado de preparar, de forma manual, los cartuchos que las escuadras de artesanos y labradores dispararían por las calles de la ciudad. Pues bien, a ese mismo señor le pedíamos nosotros nuestra munición: una cajita redonda de metal azul marino, en cuyo interior estaban los ansiados pistones de color cobre, que, colocados sobre la punta del tirador, explotaban al presionarlos contra los adoquines. Por supuesto que los administrábamos correctamente, porque corríamos el peligro de quedarnos rápidamente sin explosivos y los guardábamos para la mejor de las ocasiones, que no era siempre la de emular a los mayores, sino, más bien, la de sorprender por la espalda a alguna chica guapa del colegio de Santa Ana.
En el centro, J.Luis Mairal |
No tardé muchos años en incorporarme con mis amigos a la obligada tradición del almuerzo junto a la tapia del cementerio, en pantalones cortos, y con la nieve todavía presente en el “paco” de Oroel. Por supuesto que el camino, (de la misma manera que íbamos a la escuela, al río, o a jugar al fútbol al campo del “Chopo” de los glacis de la Ciudadela o al “Ferial”), lo hacíamos a pie. Allí vi correr por primera vez, entre las manos de mis amigos y las mías, una bota de vino, haciendo intentos por beber “a gargalé” aquel recio cariñena que habíamos rellenado a granel en bodegas Berges, al que acompañábamos con un modesto bocadillo de lomo “empanao” o de tortilla francesa.
Almuerzo en las proximidades del cementerio; artesanas y artesanos: Fernando Mairal, Maita Bailo, Ángeles Barón, Mª Carmen Puente y Luís Ara. |
Había llegado el momento de salir en alguna escuadra, pero parecía que en mi casa el asunto ya estaba ocupado por mis hermanos. Supongo que el hecho de que hubiera una escopeta en casa, del 16, favoreció para que se vistieran de artesanos, primero mi hermano Isidoro y luego Fernando, con un uniforme que, al objeto de hacerlo homogéneo y ante la disparidad de prendas que se mostraban en la vestimenta, fue regulado en 1953 y que consistía en: boina negra con escudo rojo de Jaca, pañuelo rojo al cuello, camisa blanca, faja azul, pantalón gris y alpargatas de cáñamo. De aquellos años tengo el recuerdo de uno de esos jacetanos que dejan huella, un personaje que nunca faltaba a la cita, me refiero a Raúl Salcedo. También salía vestido de artesano, marcando el paso, mirada al frente, con aire de legionario, desfilando con la misma pasión y sentimiento con la que recitaba, mano en pecho, aquellas poesías en la puerta del Ayuntamiento.
1956. Artesanos desfilando por la Avenida de José Antonio. Al fondo, “Villa Bagatela” (Chalet de Araujo) |
Ideado por el entonces concejal de festejos, Armando Abadía, y con la intención de servir de “cantera” para los danzantes de Santa Orosia, había surgido en 1964 un “palotiau” infantil formado por 22 chavales de entre 11 y 13 años. Ese mismo año, el señor Abadía se propuso dar un nuevo impulso a la fiesta, ampliando la comitiva del desfile a 200 participantes, entre los que incluyó a dicho “palotiau”. En 1968, tras ensayar unos meses en el desaparecido “Templete”, fuimos adiestrados por Santiago Rabal y José Callau y salimos por la Avenida de José Antonio (Primer Viernes de Mayo), causando verdadera expectación. ¡Al fin había conseguido salir en el desfile! y lucir orgulloso el traje de calzón y chaleco de pana, que en riguroso turno alternábamos con los compañeros reservas, a los que les tocaría salir en la siguiente procesión.
1966. Cantado el himno de Viernes de Mayo en la puerta del ayuntamiento. Dirige la banda de Santa Orosia, Miguel Lerma (a la derecha) |
2012. Ensayando el himno. |
Mis amigos preparados para cantar el himno |
Un himno que todavía, al escucharlo, me hace recordar al autor de su música: J. Luis Ortega Monasterio, nacido en el seno de una familia con una larga tradición militar. Era capitán (formó parte del núcleo fundador de la Escuela Militar de Montaña), pero con alma de músico, pues en su armario de la academia tenía “más libros de armonía que de táctica”. Compuso en la década de los 50, junto a canciones de inspiración montañera como la de “ Bello Candanchú”, la música del himno del Viernes de Mayo declarado y cantado como himno oficial en 1959 e interpretado con música, bajo la batuta de Miguel Lerma, en 1961.
Cantando el himno desde un balcón de la calle mayor |
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J. L. Ortega Monasterio. Autor de la famosa habanera “El meu avi” y de la música de himno del Viernes de Mayo. En la foto, con el jersey y las iniciales EMM (Escuela Militar de Montaña) |
Se dio la circunstancia de que en 1973 J. L. Ortega Monasterio, por motivos de su ascenso a Teniente Coronel, llegó de nuevo a Jaca y un amigo común, Arturo Puente, me presentó a ese militar alto, delgado, bien parecido y de fácil conversación. Los motivos que me condujeron a conocerlo fueron tanto las afinidades políticas como las musicales. Fue un día que no olvidaré nunca. Vivía en la calle de Echegaray este militar-músico que, por aquel entonces, también era el jefe de la UMD de Aragón en la clandestinidad, una asociación de militares que apostaron y se organizaron para democratizar el ejército. De política se habló poco, más bien nada.
Él era un excelente músico y compositor, autor de 140 piezas (26 habaneras); además de cantante, tocaba la guitarra, el piano y el acordeón. Alrededor de un buen vino, en un mano a mano, empezaron a sonar canciones típicas de la época. No me cantó ninguna habanera, pero recuerdo que entre sus composiciones me llamó la atención otra canción dedicada a Jaca, que muy poco tenía que ver con la música que acompañó, en 1955, a la letra de Eugenio Villacampa Arnal, cantada por primera vez por el coro de Labradores y Artesanos como colofón en la obra ( también de Villacampa) representada en el Teatro Unión Jaquesa, con la que se compuso el "Himno-Marcha" que reflejaba los hechos de aquella efemérides gloriosa en la que Jaca se vio libre del dominio musulmán.
Esta otra canción se titulaba “El quebrantahuesos”, en ella, de forma irónica, hacía un relato detallado de los rituales y pompa de las procesiones de la ciudad, en la que no faltaba una metáfora para cada uno de los principales protagonistas. ¡Qué pena no haberla grabado¡ Posteriormente, en 1976, lo arrestaron y, tras un “juicio de honor”, lo encerraron en un Castillo de Cádiz. Desde allí nos carteamos durante seis meses. No hablábamos de política y sí de música, yo le contaba mis andaduras con los recitales y él me informaba de una obra suya musical cuyo protagonista era un objetor de conciencia. Luego fue amnistiado en 1976 y, posteriormente, reintegrado en el ejército en su grado y condición, retirándose como Coronel.
El conde Aznar |
Preparación de las “migas” y de la Costillada. |
Fieles a la tradición. |
Una tradición que, desde que asistí a la conmemoración del 50 aniversario del Instituto Domingo Miral, (en el año 2012), celebro con mis antiguos compañeros de COU a los que, como a tantos jacetanos, las circunstancias han llevado a vivir fuera de Jaca. Ese encuentro nos sirvió para reengancharnos a la fiesta a un grupo de una veintena de antiguos compañeros que, ahora sí, bajamos en coche para llevar leña, parrillas, costillas etc. y coger un buen sitio a las 8 de la mañana. Posteriormente, desde el balcón de la calle Mayor de una de mis compañeras, cantamos el himno y nos hacemos nuestro particular “vermout-guateque-sesentero” hasta que el cuerpo aguanta. No creo faltar a la verdad si digo que ahora, más que nunca, ese día es el Gran Día del Año para todos nosotros. Y observo que a eso del “guateque” también se apuntan, con nosotros, algunos de nuestros hijos. ¡Qué tendrán los Viernes de Mayo para los jacetanos! ¿Será Jaca, será el Viernes, será Mayo?... ¡Y la fiesta continúa… !
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Una maravilla y un tesoro de recuerdos. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, Trimbolera.
ResponderEliminar¡Una página preciosa!. Estupendamente redactada y llena de recuerdos entrañables.
ResponderEliminarEn los Carnavales de Galicia, en la provincia de Ourense, hay unos grupos que llevan gorros muy parecidos, con flores y espejos. Es curioso como se repien mchas cosas en puntos distantes.
Felicidades por este reportaje. Un saludo.
Si, cierto.En las fiestas populares existen muchas semejanzas dentro de la diversidad de España. Muy amable por tus palabras.
EliminarLo que no sabia que era que entonces salian del cuartel
ResponderEliminarLo que no sabia que era que entonces salian del cuartel
ResponderEliminarSalían los militares,en este caso, los hijos.
ResponderEliminarSalían los militares,en este caso, los hijos.
ResponderEliminarHola Tino como puedes acordarte de tantas cosas y de tantos nombres tuve el honor y la suerte de pertenecer a la primera hornada del "Palotiau" infantil (Zamborain,Ara,Piedrafita,Puyuelo,Ochando etc.etc) pero no me acuerdo muy bien si debutamos el Viernes de Mayo o en Sata Orosia espero poder estar el proximo dia 6 de Mayo en Jaca
ResponderEliminarHola JJVN.Si, he visto esas fotos donde sales con los compañeros que mencionas. Están publicadas en un libro local y en el blog de Ochando, con que suelo charlar estos últimos años por Jaca.Tienes el correo en la parte superior de la página. Si me escribes te pasaré el tfn. e intentaré saludarte.
EliminarHola Tino: aquí otro paloteador infantil, que en el Festival de los Pirineos de 1.965, bajo el entoldado que entonces se ponía en el patio del instituto Domingo Miral, se pegó un hermoso batacazo en plena actuación ("EL Molino" se llamaba el numerito, nunca se me olvidará). Te vi por Jaca a finales de agosto pasado, pero ibas acompañado y no quise molestar. Veo que conservas el mismo careto (ya se observa en las fotos) y los mismos andares de siempre. Vamos, que estás más leñero que A. Miranda, que ya es decir. Espero que te dure y que tengáis buen tiempo el viernes de mayo tú, JJVN y todo el mundo. Pasarlo muy bien. Qué envidia..... Un abrazo. PLV.
ResponderEliminarHola Paco, "mal hecho", me hubiera gustado saludarte.Y sí, yo también actué en el mismo lugar y para la misma ocasión pero debió ser otro año. A Miranda, ese pedazo de portero de balón mano, lo vi y lo saludé, y lo encontré como dices, hecho un chaval. Un fuerte abrazo.
EliminarTino, este año no he podido estar en nuestra fiesta, pero agradezco tu excelente relato, porque me has hecho revivir épocas desde mi niñez. ¡Como pasa el tiempo! Un fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias KPIK. Por las siglas, no soy capaz de reconocerte. Pero muchas gracias. Otro fuerte abrazo para ti.
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