MIS COSAS DE JACA

Estas páginas van destinadas a todas aquellas personas que quieren a su ciudad, como me sucede a mí con la mía, Jaca. Hablaré, pues, de “mis cosas” esperando que alguna de ellas pueda ser también la tuya o, sencillamente, compartas mi afición por “colarme” entre el pequeño hueco que separa la memoria de la historia, lo general de lo particular o lo material de lo inmaterial. Estas “cosas de Jaca” están construidas a base de anécdotas , fotos de ayer y hoy, recuerdos y vivencias mías y de mis paisanos y de alguna que otra curiosidad, que me atrevo a reflexionar en voz alta. No es mi propósito, pues, ocuparme de los grandes temas de los que ya han tratado ilustres autores, es más bien lo contrario: quiero hacer referencia a rincones ocultos, héroes anónimos, huellas olvidadas, sendas por las que ya no se pasa, lugares que fueron un día centro de atención y hoy han sido relegados a la indiferencia, al olvido o al abandono; a unos escenarios donde se sigue representando la misma obra pero con otros actores.
Mostrando entradas con la etiqueta catedral de Jaca. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta catedral de Jaca. Mostrar todas las entradas

viernes, 22 de septiembre de 2023

AGUSTÍN EL SACRISTÁN Y EL CAMBIO DEL PAÑO BLANCO EN EL CAMPANARIO DE LA CATEDRAL DE JACA



AGUSTÍN EL SACRISTÁN Y EL CAMBIO DEL PAÑO BLANCO EN EL CAMPANARIO DE LA CATEDRAL DE JACA 



Además de piso con magníficas vistas, cobraba 6 pesetas al día más derechos de arancel y propinas. Sueldo que, aunque "no era para tener un Haiga” (1), le daba para ir viviendo y tañendo. Bajo de talla, gordete, calvo, con gafas, sonrisa nerviosa y con rigurosa “casulla” blanca y sotana negra, era fácil verlo en el interior de la Catedral en un constante deambular entre la sacristía de Santa Orosia y la del altar mayor. Ese fue Agustín, Macero en el Cabildo catedralicio en el año 1921 y, desde 1932, Sacristán Mayor de la Catedral. Lo conocí bien, pues con él y José M.ª Pérez, el otro monaguillo, hacíamos reparto proporcionado de las propinas que nos daban en las bodas, bautizos y entierros que se celebraban en la Catedral en los años en que fui monaguillo, allá por el 1963/64. ¿Quién le iba a decir a Agustín que sus esposa, a la que él enseñó el oficio, Concha “la Campanera”, llegaría a ser “Reina por un día” en aquel famoso programa de TVE en el año 1965.




Por casualidad ha caído en mis manos una entrevista que al bueno de Agustín le hicieron nada menos que hace 74 años, en 1949. Me he quedado sorprendido de que su oficio y persona despertaran el interés del director del periodico local AYER y HOY. Pero más, si cabe, me ha llamado la atención, no solo la longevidad que tuvo en el cargo de Sacristán, sino también los detalles sobre cómo se hacía la colocación del paño blanco en la Catedral el día 3 de mayo, festividad de la Santa Cruz. Fecha en la que además, por alargarse las horas de luz, se adelantaban los toques de campana una hora: de 6h a 22 h, hasta que el 14 de septiembre volvían a realizarse de nuevo de 7h a 21h. 

Una tradición que se pierde en la noche de los tiempos y que, en este caso, ya la venían haciendo su madre, su abuela y abuelo y su bisabuela, quienes, como él, también vivieron en el piso pegado a la Catedral continuando una tradición familiar que con gran fidelidad abarcó cuatro generaciones en tres siglos y pico… Preguntado por el significado de la bandera blanca que ondea sola, próxima a la torre, Agustín contaba:

"El romero mayor de Santa Orosia compra el paño la víspera de Jueves Santo y se deposita en el Sagrario del monumento del primer templo, sobre los corporales, y encima del paño, el Copón de la Sagrada Forma. Allí permanece hasta el día siguiente, que una vez vacío el sagrado lugar, se lleva a la Sacristía para guardarlo hasta el 3 de mayo, festividad de la Santa Cruz. Dicho paño, de lienzo recio, blanco, mide un metro por setenta centímetros, aunque por la distancia que de él nos separa, lo apreciamos bastante más pequeño. En el día de antes señalado, al amanecer, acuden con el Romero Mayor, otros cinco, junto con el albañil señor Piedrafita, los que, en unuión del Sacristán, luego de cortar un trozo de paño para dejarle dos puntas, suben al campanario; el albañil, cambia el del año anterior por el nuevo y, del trozo sobrante, se hacen tantos como los presentes, repartiéndolos. Y allá, arriba, viene el desayuno de anís y torta, dejando la nueva “veleta” colocada para “ahuyentar las malas nubes”. Para evitar ese peligro se toca también ”a nuble”. Antes, no hace mucho tiempo, luego del toque, si la tormenta descargaba furiosa, se exponía a Santa Orosia en la lonja Mayor, sacándola de su altar con el Sacristán de la Hermandad, el portero y los serenos, más el capellán de Santa Orosia; esto, si era de noche . De día, además de los fijos e indispensables, algunos vecinos que se prestaban gustosos a la ayuda. Ahora, solo se dan los toques”.(Dumas abril, 1949 AYER Y HOY)

(1) HAIGA: coche grande. En la posguerra española el que quería hacer ostentación o marcar estatus, cuando iba a comprarse un coche, pedía el auto más grande, el más caro, el mejor que “haiga”. El más destacado fue el Dodge, fabricados por Barreiros y conocidos como “los haigas del Franquismo”.



sábado, 5 de abril de 2014

LA CALLE SAN NICOLAS DE JACA


Calle San Nicolás. Obra de Damián Sarasa.

Cada vez que paso por esta calle, donde nací y viví hasta los siete años, el recuerdo de mi infancia me transporta a unas procesiones en las que algunas personas de etnia gitana avanzaban lentamente, de rodillas por toda la calle, hasta la Catedral. Probablemente sería para Semana Santa, pero la imagen que se me quedó grabada para siempre fue la de sus rodillas ensangrentadas. !Qué fe y sufrimiento el suyo!
 
Calle San Nicolás ( J. Campo)

Esta calle, por el este, daba a un murete de hormigón que cerraba el Ferial por la parte superior, y a un enorme chopo más que centenario que fue testigo de ferias de ganado, de partidos de fúfbol, de como aprendimos a esquiar y que aún duró unos veinte años más hasta que fue vencido por el afán constructor. Por el oeste y desde mi ventana, podía contemplar el vetusto y espléndido ábside meridional de la Catedral de Jaca. 
 
      Años 30. Entrada a c. S. Nicolas por c/ de la Palma (actual Zocotín) . Foto publicada por  M. Casabona
 

Esta calle que en los inicios del siglo XX, estaba habitada en su mayoría por agricultores, fue la más poblada de Jaca hacia el 1911. Pero en mi infancia, se había transformado en una calle con una actividad de lo más variado: allí hubo una fabrica de lejía , un almacén de pintura, la imprenta del Pirineo Aragonés (desde el 1963 al 1999), la panadería Jacinto , el bar Salamanca (luego Gregorio), el bar Zaragoza (luego Aragón), un afilador (Ochogavia) negocio que continúa en la actualidad, Frutas Bergua, el taller del tornero Dieste, los ultramarinos Juan José Beltrán, Frutas Elizalde, que vendía sus productos en la bajera de la esquina y luego fue joyería.
Imprenta del  Pirineo Aragonés
Aun siendo la actividad comercial y artesana de esta calle importante, no lo era menos su ancestral actividad agrícola. 

Recuerdo la costumbre, muy del Alto Aragón, de nombrar a cada casa con su nombre propio; así, la forma habitual de nombrar a cada persona era designando primero su nombre de pila y después, el nombre de su casa :“Justino, de casa Sandias”… Reforzando el valor que en la montaña tiene la casa  y la familia por encima de lo individual.
Paco Calabaceta con su macho "Lucero"
De dicha actividad  agrícola, no se me olvida cómo, colgadas de unas antiguas roldanas y empujadas por los machos, alzaban unos fardos de hierba envueltos en unas "sábanas" de lona  anudados  con  el sobrante de las cuatro puntas de dicha "sábana" para almacenarlas en lo alto del pajar. De la misma manera, aún tengo presentes  algunas de  sus fincas que bordeaban el ferial por la parte oriental con unos árboles frutales que eran visitados con frecuencia por los chavales que vivíamos primero allí y luego, en el barrio de San Juan. 


Recuerdo a los agricultores llegar con sus machos y carros ¡ni pensar en los tractores! con los productos del campo para almacenarlos en esos portalones de los que todavía queda alguno intacto. Sé que me voy a dejar alguna, pero recuerdo varios de los nombres de esas casas: Casa Antonino, Casa Baltasarillo, Casa Moquitero, Casa Gallina, Casa Calabaceta, Casa Lisardo, Casa Sandias ( una pensión donde los Primeros Viernes de Mayo, se reunían la escuadra de los "labradoers",  Casa Tejero, Casa Puente, Casa Paleta, Cas Falcón, Casa Gaitero y Casa Malo.

  La calle del Arco convergiendo con S. Nicolas
Me parece un gran acierto su peatonalización y la restauración de las fachadas y creo no pecar de chovinista si digo que, en la actualidad, es una de las calles más bonitas de Jaca. Se ha hecho honor a una calle con una antigua historia. Efectivamente, la calle de san Nicolás, formaba parte junto con la calle de  "La Población",  de un burgo nuevo, habitado por gentes venidas del otro lado del Pirineo (francos) , que se edificó  a finales del s. XI y que pronto quedaría englobada en el interior de les murallas. Tuvo su propia iglesia, la de San Nicolás, de estilo románico, que subsistió hasta el s. XIII y de la que creo queda rastro en el portal número 21 de "Casa Gaitero"; el olmo concejil, una "Enfermeria", la de San Nicolás, para los canónigos  y demás clérigos en el siglo XIV y  hasta un cementerio, el ”Fossar de San Nicolás”, ambos situados probablemente al este de la actual Catedral.

 La calle de San Nicolás está documentada, junto a diez más, ya en el s. XII y es, junto con la c/ Mayor y la del Castellar, la única que ha conservado su nombre de forma ininterrumpida hasta la actualidad, si exceptuamos el breve periodo en el que el alcalde republicano Julián Mur (el 14 de marzo de1936) cambió el nombre de San Nicolás por el de Aida Lafuente.
Entre los preciosos soportales de la calle destaco el del número 21 “Casa Gaitero”, un interesante portal románico, con arco de medio punto sobre imposta con dovelas decoradas simulando arquivoltas, y con una pequeña escultura en cada una de las jambas.