La
ciudad de Jaca está situada en una elevación bajo la cual discurren tres ríos:
el Aragón, el Gas y el Argent. Los dos primeros son
conocidos; no lo es tanto el riachuelo
que se llamó río d´Argent, barranco de Membrilleras, ya que pasa desapercibido porque fue encauzado y ocultado hasta su desembocadura en el río Gas, junto con sus puentecillos, cuando se
hicieron las nuevas urbanizaciones. Discurría de norte a sur, cercano a la
desaparecida ermita de S. Juan y a tan
solo un tiro de ballesta de las murallas de Jaca.
Esta situación privilegiada, a la salida del paso que abre el río Aragón por los
Pirineos, con abundante agua y amplios llanos para el cultivo, explica el nacimiento de la ciudad en dicho lugar y su
prolongada actividad hasta la
actualidad. Jaca complementaba su defensa natural con unas férreas murallas, construidas en el siglo XI , de un perímetro de 2.312 “varas”, con 23 torreones y 8 puertas, que permanecieron
en pie hasta el 1915.
Foto de F.J. Parcerisas (1844)en la que se aprecia el Portal
de las Monjas (Puerta de S. Ginés) las murallas en pie y el pequeño puentecillo del arroyo de d´ Argent ( Pontarrón de los Frailes)
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El río Gas nace a unos 10 km. al este de Jaca y desemboca en el río Aragón, pasado Jaca , en la Botiguera, a unos 5 km. al oeste. El nombre del río , Gas , siempre me pareció algo extraño, si atendemos al significado etimológico de la palabra ”gas”. Por un momento, por aquellos caprichos del destino, casi creí resuelto aquel enigma cuando, allá por los años 70, se realizaron prospecciones petrolíferas justo en el nacimiento del río, y encontraron un yacimiento con importantes bolsas de gas natural (1978 primera extracción de gas). Pero tan solo fue eso, una mera coincidencia, pues este nombre prerromano, nada tiene que ver con los "gases" de nuestro idioma.
Al río
Gas, hermano menor del Aragón, que para las generaciones actuales no goza del
protagonismo que tuvo en la década de los 60 y 70, es a la que le quiero rendir
este pequeño homenaje. Hoy he pasado
por su orilla derecha y lo he encontrado totalmente irreconocible. La construcción de
un enorme muro ciclópeo, de unos 2 kilómetros de
longitud, que haría las delicias de los arqueólogos si se lo encontraran por
Escocia, ha invadido y destruido de un plumazo toda la orilla ¡Qué barbaridad!
¿Cómo podemos consentir los jacetanos
ponerle semejante corsé al río y privarnos no sólo del disfrute de sus bondades,
sino incluso de sus recuerdos?
Muro
construido sobre la orilla derecha del río Gas. |
El río Gas, o como lo recuerdo yo, una especie de playa para los habitantes de la
parte oriental de Jaca (Barrio de S. Juan, calle de S. Nicolás, Población, Placeta del Pez, Ferrenal, Las Cambras
etc.) era un lugar donde, los domingos, las familias y la chavalería nos juntábamos
para pasar el día entre sombras de viejos
chopos y “salzeras”, y para bañarnos en un agua relativamente cálida, si la comparábamos
con la del río Aragón. Allí, nuestros
padres, bota de vino en mano, sacaban las fiambreras, ensaladas, tortillas de patata… y
las colocaban para comer sobre una mesa
improvisada, hecha con una manta marrón decorada con un par de rayas blancas, que
nosotros llamábamos de “soldao”, por ser las que utilizaba el ejército, y que
no solían faltar en ninguna casa ya que era una especie de tributo que los mozos se cobraban al finalizar la mili. Era, salvando las distancias, lo más parecido
que yo recuerdo a esa paz y relajamiento
con los que Seurat pintó a sus paisanos parisinos en el cuadro “Tarde de
domingo en la isla de la Grande Jatte”. Con la salvedad de que la semana para nuestros padres seguro que
había sido mucho más dura. Todavía no había llegado la “semana inglesa” y, en
el mejor de los casos, se trabajaba hasta el
sábado a las 13h.
Otra cosa muy distinta era los días que hacíamos “facha” (no asistíamos a clase) y lo cambiábamos por bajar al río a bañarnos, cuando llegaba el buen tiempo. Intentábamos huir del aburrimiento de aquellas pesadas tardes que pasábamos en el Grupo Escolar trabajando en los evangelios: enmarcábamos un cuadrado, en cuyo interior se solía repetir un ojo de Dios, rodeado a su vez por un triángulo, y terminábamos copiando, con plumillƒa y a tinta china, el resto del evangelio en la hoja del cuaderno, como si de los monjes de San Juan de la Peña se tratara.
“Sopetas” flor blanca de las acacias
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La bajada al río, por el antiguo camino del Portal de las Monjas o por la actual avenida del Voto de S. Indalecio, la hacíamos pasando por el Pontarrón de los Frailes, un puentecillo sobre el riachuelo d´Argent (Membrilleras), cercano al punto donde convergían los dos caminos citados; marchábamos sin perder de vista los árboles frutales de la huerta de Galindo, Villa Ramona, los dos cerezos que había en la Corona de los Cuervos, justo encima de unas margas azuladas de la curva de la carretera de Sabiñánigo, y comiendo todo tipo de frutos silvestres que nos brindaba la naturaleza que poblaba dicho camino: “sopetas” de las acacias, arañones, manzanetas, “panetas” o “panecicos”, moras, "chordones", etc. era una forma más de entretenernos, pero también una manera de aportar energía a unos cuerpos que no “paraban quietos” ni un momento.
Cruz albardera (dibujo de Rafael Margalé) |
Este nos conducía rectos hacia el puente de La
Lana.
Justo al girar a la izquierda, ya viendo el río, el humo y el
olor de los calderos de los habitantes del puente nos avisaba de que ese
territorio también pertenecía a otros: los gitanos.
“Panetas” o “panecicos” frutode la “malva sylvestris”
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Las badinas (así llamamos por Jaca a las pozas de los ríos) más frecuentadas eran las del Muro, la Bomba y el Cañón. La primera estaba a la derecha del puente de la Lana y las otras, a la izquierda de dicho puente. La más cercana, la del Cañón, tras una curva que describía el río, junto a un murete de hormigón en diagonal, era, por así decirlo, la “piscina” de los pequeños o de aquellos que no sabían nadar. La verdadera, la que cubría, en la que aprendimos a nadar a base de cruzarla buceando, en la que nos podíamos lanzar de cabeza, en la que uno no podía fingir que sabía nadar, porque de lo contrario se ahogaba, era la de la “Bomba” ya que, en su parte central, podía alcanzar hasta tres metros de profundidad.
Restos de la” badina” de La Bomba |
No
recuerdo llevar toalla, ese fue un invento que vino mucho después, con la
nevera y los yogures. ¿Cómo nos secábamos? Pues muy fácil, de la misma forma
que hoy secan los coches en los
túneles de lavado, pero sin echar moneda, “encorriéndonos”, haciendo carreras
al viento y al sol y lanzando piedrecitas planas a la badina para hacer “la
rana”, con el objetivo de conseguir que dicha piedra diera todos los saltos
posibles sobre el agua.
Tampoco
era raro lo de bañarse en pelotas, era mejor eso que llegar a casa con los
calzoncillos mojados y delatarnos ante nuestros padres. Ellos hubieran deducido enseguida dónde habíamos pasado la tarde. Los sábados
ya era otra cosa, bajábamos un poco más equipados, con nuestro kit que
diríamos hoy, y que, por cierto, era muy sencillo: chanclas y bañador (nada de
merienda). El lujo más grande eran las chanclas de plástico blanco que nos permitían andar por el río sin
que se nos clavaran los pies por las piedras, además de evitar los resbalones en esa especie de
musgo verde que nosotros llamábamos “pan de rana”. El bañador era largo, casi nos
llegaba hasta las rodillas, casi siempre azul marino, de tela, (el “meyba” lo
estrenaríamos años más tarde en las
piscinas municipales) y que al mojarse
pesaba tanto, que continuamente nos lo teníamos que estar subiendo.
“Zapatero” “Guerris Lacustris”
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La
fauna del río no la tuvimos que aprender en ningún libro: barbos, madrillas, cangrejos
americanos de repoblación, sapos, ranas (cabezones y renacuajos), “zapateros”, “helicópteros”, mariposas, culebras, hormigas
rojas, avispas, tábanos etc. Estos tres últimos eran nuestros más encarnizados enemigos. Los tábanos nos picaban
y chupaban la sangre a traición, a lo “somarda”,
en silencio nos apretaban un buen mordisco y aunque con la otra mano los intentábamos chafar, casi siempre era demasiado tarde , esos vampiros ya se habían
cobrado su presa. Las avispas eran más nobles, la oíamos y nos poníamos en
guardia, y, aun así, el que más y el que menos se tuvo que poner barro en la
piel, sobre la inflamación, como remedio
para mitigar el dolor. La mordedura de las
hormigas rojas, menos frecuente, era muy amarga y escocía muchísimo, pero
pronto aprendimos a no dejar la ropa sobre sus hormigueros y a percatarnos de que
no se había colado alguna entre los
pantalones o la camiseta.
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“Helicóptero”: Libélula tigre
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Aparte
del baño con aguadillas, de las carreras y de las “pintacodas”, los
entretenimientos más frecuentes eran la pesca con un palo
o caña, hilo coco, corcho, plomos, anzuelo y lombriz, y la captura de ranas. Lo de las ranas lo encontrábamos más divertido porque era un enfrentamiento de pillo a pillo.
Chavales junto a la curva de la Carretera de Biescas. Justo allí, se encontraba el barranaco de Menmbrilleras entre la huerta de Lisardo y Antonino.(F. Jesús Bretos) |
Las ranas, al vernos, saltaban al agua, solían esconderse en el “musgo de río”, y era cuestión de esperar a que la nube de polvo que había hecho en su desplazamiento se aclarara, par cogerlas con la mano; claro que, de vez en cuando, no se podía evitar que lo que sacáramos fuera una culebra. Al respecto recuerdo la anécdota que me ocurrió con un señor al que llamaban el "Maño", famoso por su pericia en este arte de coger ranas, y al que un día le dije: “Oye, Maño, ¿tú cómo haces par coger medio saco de ranas cada vez que bajas al río?” Y de forma pausada y con cara seria, me contestó: “ Mira, “mozé”, yo me pongo la gorra al revés y las tontas de las ranas piensan que me voy; es en ese momento, justo en ese momento, cuando yo aprovecho y atrapo con mis manos a las confiadas ranas”. Esa respuesta me hizo dudar, pero pronto comprendí que su gracia e ingenio era propia de alguien que sabía lo que se llevaba entre manos y que explicaba de sobras su éxito en dicha empresa. |
Las
ranas, a pesar de ser un excelente comestible, no las probé nunca
debido a que una vez, al limpiarlas para cocinar en casa de mi vecino Quico Covarrubias, ya sin piel, fui a echarles
la sal y sus músculos se empezaron a mover como impulsados por un motor eléctrico, de tal forma que
parecía que la rana volvía a la vida. Fue tal mi asombro y susto que jamás me
atreví a probarlas.
También, medio en broma y medio en serio, nos
cocinábamos algunos “pesquitos” (madrillas). Para ello, hacíamos una pequeña
hoguera, la rodeábamos con piedras, y, sobre ella, colocábamos una pequeña laja
de piedra, muy fina, encima poníamos los
peces. Así, cuando dicho pez doblaba la cola hacia arriba, sabíamos que ya
estaba listo para llevárnoslo a la boca.
Terminábamos
la tarde repasando algunos cerezos de guindas o picotas, nísperos y avellanos que
se criaban de forma silvestre en el río, además de las ciruelas de la huerta
Canete y de las peras del “buen cristiano” de los campos de la Buena Maison.
También cogíamos algunos pececillos vivos, que
poníamos en el interior de unas latas de conserva roñosas llenas de agua, para llevarlos hasta nuestro acuario particular : la fuente
de la Placeta del Pez. Allí veíamos nadar unas semanas más a esos pececillos a los que cuidábamos echándoles
migas de pan. Fuente de la Placeta del Pez. |
Hoy,
cuando he vuelto a pasar por el río
después de tanto tiempo, y he visto ese desdichado “Muro de Adriano”, la mirada se me ha quedado clavada en el puente, en el Puente de la Lana , en lo que representó
en su momento, en cómo fue, en cómo lo vieron mis antepasados , en cómo lo vi, y, por
desgracia, en cómo lo veo ahora. En aras
del progreso perdió su aspecto medieval
y el perfil típico de “lomo de asno” ya
en las primeras décadas del siglo XX.
Foto del Puente de La lana de finales de s.XIX, principios
del XX, con el aspecto medieval y el perfil típico de "lomo de asno"(Ed. F.De las Heras,Jaca).
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Y otras obras posteriores ensancharon el tablero del puente (hacia el
año 1998) para hacer casi imposible ver lo único original que de él ha quedado: la parte inferior de la pila central, el estribo izquierdo y el pequeño arco de la derecha, cubierto por la maleza. Triste destino para el puente que considero más antiguo de Jaca:
Lamentable estado actual del puente de La Lana.
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" En 1404, los jurados y prohombres de Jaca concedieron a los vecinos de Barós licencia de paso libre para sus ganados con la condición de que no obstruyeran el puente" ( mencionado por M. Alvar,en Documentos de Jaca, 1332-1502) y que sigue apareciendo en uso en el "Mapa de Aragón" realizado por Juan Bautista Labaña en 1610 como paso obligado para los habitantes que alcanzaban la ciudad de Jaca procedentes de los cercanos pueblos de Sabiñánigo Pueblo, Sasal, Jarlata, Navasa, Ulle, y Barós.
Pilar original del puente |
Militar a caballo de
principios de siglo XX, sobre el río Gas
, un poco más abajo, junto al puente Zaragoza, en la bajada del Portal de los
Baños.
No se puede decir que los puentes sobre el río Gas hayan tenido buena suerte, y menos consideración, en atención a la utilidad que a los jacetanos han prestado durante siglos. Pues otro tanto podríamos decir del que se encuentra aproximadamente a un kilómetro aguas abajo del puente de la Lana, me estoy refiriendo al Puente de Zaragoza.
Por él pasaba el antiguo camino que iba desde Zaragoza hasta Jaca y también aparece en el mapa que de Aragón realizado por Juan Bautista Labaña. Por allí accedían a la ciudad los habitantes de los lugares hoy despoblados y monasterios que estaban situados en la parte occidental de las faldas de la Peña Oroel: San Salvador de Siete Fuentes, Aín, Larbesa, y probablemente los de Esa, monasterio de San Julián de Esa y Guaso. Para el acceso a los campos que conservan todavía parte de la toponimia de los lugares anteriormente dichos y desaparecidos, se conoce la existencia de dos puentes más. El puente de Pereretas que quedó en estado ruinoso tras una gran riada, el 5 de agosto de 1880, y el de Guaso, que obtuvo de la Diputación Provincial 5000 reales de vellón para su reconstrucción en los años 1866 y 1867.
De cualquiera de las maneras, del puente importante, de ese que se encontraba el caminante tras coronar el puerto de Oroel, y que tras pasar por las ventas de Betrán y Fontazones encaraba la cuesta dejando a la izquierda los antiguos Baños Reales, y a la derecha el mesón de de los Baños para entrar a la ciudad por el portal de del mismo nombre, también parece haber caído en desgracia.
De este viejo puente, nadie dice nada, nadie protesta, parece que también le ha tocado la "lotería", y en aras del "progreso" se le ha costeado un entierro de primera. Es algo a lo que nos tienen acostumbrados en Jaca. Nadie pregunta por la historia de ese puente, a pocos les ha interesado conservar lo que con tanto esmero hicieron y restauraron nuestros antepasados.
Da la sensación que aquí primero se dispara y luego se pregunta. Por este puente pasaron andando, pasaron a caballo, pasaron con tartanas, con carrozas y, en 1860, pasó la primera diligencia que los jacetanos vieron llegar procedente de Zaragoza, tirada por ocho o más cabalerías guiadas por un mayoral, un zagal y un delantero, ante la admiración de todo el vecindario; pues cuentan que, excepto los enfermos, todo el vecindario salió a recibirla a la puerta de los Baños y a la de San Francisco. Aunque, todo hay que decirlo, en uno de aquellos primeros viaje, una de las diligencias volcara al coger la curva del puente sobre el río Gas. Hasta entonces el viejo puente se sentía útil y no necesitó ensanchar su tablero. Poco después, al terminar la nueva carretera por "Matafambres", la que hoy va por Oroel a Zaragoza, obligó a realizar aguas abajo un nuevo puente sobre el río Gas. Así, este nuevo puente, también llamado de "Zaragoza", sustituyó al de la imagen. Desde entonces, aunque abandonado y herido, el viejo puente, más mal que bien, resistió el paso de los años hasta la entrada del siglo XXI. Pero hoy lo han herido de muerte.
Por él pasaba el antiguo camino que iba desde Zaragoza hasta Jaca y también aparece en el mapa que de Aragón realizado por Juan Bautista Labaña. Por allí accedían a la ciudad los habitantes de los lugares hoy despoblados y monasterios que estaban situados en la parte occidental de las faldas de la Peña Oroel: San Salvador de Siete Fuentes, Aín, Larbesa, y probablemente los de Esa, monasterio de San Julián de Esa y Guaso. Para el acceso a los campos que conservan todavía parte de la toponimia de los lugares anteriormente dichos y desaparecidos, se conoce la existencia de dos puentes más. El puente de Pereretas que quedó en estado ruinoso tras una gran riada, el 5 de agosto de 1880, y el de Guaso, que obtuvo de la Diputación Provincial 5000 reales de vellón para su reconstrucción en los años 1866 y 1867.
Acceso a Jaca por el antiguo puente de Zaragoza |
De cualquiera de las maneras, del puente importante, de ese que se encontraba el caminante tras coronar el puerto de Oroel, y que tras pasar por las ventas de Betrán y Fontazones encaraba la cuesta dejando a la izquierda los antiguos Baños Reales, y a la derecha el mesón de de los Baños para entrar a la ciudad por el portal de del mismo nombre, también parece haber caído en desgracia.
De este viejo puente, nadie dice nada, nadie protesta, parece que también le ha tocado la "lotería", y en aras del "progreso" se le ha costeado un entierro de primera. Es algo a lo que nos tienen acostumbrados en Jaca. Nadie pregunta por la historia de ese puente, a pocos les ha interesado conservar lo que con tanto esmero hicieron y restauraron nuestros antepasados.
Puente de Zargoza sobre el río Gas (2017) |
Da la sensación que aquí primero se dispara y luego se pregunta. Por este puente pasaron andando, pasaron a caballo, pasaron con tartanas, con carrozas y, en 1860, pasó la primera diligencia que los jacetanos vieron llegar procedente de Zaragoza, tirada por ocho o más cabalerías guiadas por un mayoral, un zagal y un delantero, ante la admiración de todo el vecindario; pues cuentan que, excepto los enfermos, todo el vecindario salió a recibirla a la puerta de los Baños y a la de San Francisco. Aunque, todo hay que decirlo, en uno de aquellos primeros viaje, una de las diligencias volcara al coger la curva del puente sobre el río Gas. Hasta entonces el viejo puente se sentía útil y no necesitó ensanchar su tablero. Poco después, al terminar la nueva carretera por "Matafambres", la que hoy va por Oroel a Zaragoza, obligó a realizar aguas abajo un nuevo puente sobre el río Gas. Así, este nuevo puente, también llamado de "Zaragoza", sustituyó al de la imagen. Desde entonces, aunque abandonado y herido, el viejo puente, más mal que bien, resistió el paso de los años hasta la entrada del siglo XXI. Pero hoy lo han herido de muerte.
Puente de Guaso sobre el río Gas finales del siglo XIX |
VALENTIN muy acertado en tus comentarios de nuestra juventud
ResponderEliminargracias por esos recuerdos
un abrazo
joaquin
De nada Joaquin.
EliminarInolvidables aventuras en el río Gas Tino.. tal y como las describes es como yo recuerdo aquellas vivencias..me acuerdo perfectamente como remontábamos el río en busca de barbos, ranas y todo bicho viviente, soportando las picaduras de los tábanos y sorteando las babas de la las ranas para no resbalar.. nosotros atrapábamos las ranas y los barbos para "repoblar" el canal que pasaba por nuestras casas militares pero la similitud es total con vuestras aventuras en el gas.. que tiempos y que época que tuvimos la suerte de compartir... es un relato muy emotivo y también instructivo en todos los aspectos Tino.. felicidades, continua con esos relatos y no pares... un saludo "mozé"
ResponderEliminarJorge Ochando
Gracias Jorge. Creo que nuestro entorno privilegiado y la forma de vida, nos condujo a una comunión con la naturaleza que de forma incosciente nos atrapaba. Hoy y aquí, sigo en mis trece y a lo que puedo me escapo para seguir disfrutando de ella. Un abrazo jacetano "moze"
ResponderEliminarHola Valentin , me alegro de tu nueva Web , un saludo , por cierto puedes usar , si quieres la foto del puente , del abuelo ....
ResponderEliminarGracias por tu visita y sugerencia, mis disculpas por no citar a tu abuelo. Corregido está. Lejos de mi intención estaba olvidar su incalculables testimonios a la historia de Jaca y Aragón.
EliminarHola de nuevo, Valentín. Ayer estuve por la tarde leyendo tu blog completo. De nuevo me vinieron las imágenes de mi infancia, sobre todo en este apartado del río Gas.
ResponderEliminarEn primer lugar, veo la foto de la plaza del Pez. Bueno, pues yo nací allí al lado, en la calle 18 de Junio. Mis primeros seis años de vida, hasta el 70, que nos trasladamos al barrio norte, los pasé por esas calles; calle del Canal, del Barco, mi calle y esa plaza. Como anécdota, te contaré, que había una señora mayor, Marcelina (no sé si tú la llegaste a conocer), que llevaba bigote y los chicos mayores nos intimidaban a los pequeños contándonos historias de miedo sobre ella; esas historias nos tenían amedrentados a los chiquitines.
Después de trasladarnos al barrio norte, recuerdo aún varios veranos que bajábamos a jugar a ese barrio donde aún vivía mi abuela (Valentina), mis tíos y primos y también íbamos como tú cuentas a pasar la tarde al río Gas. Recuerdo perfectamente las dos "badinas" a las que más íbamos, que eran "la bomba" y "el cañón". Recuerdo el camino de ida, por el portal de baños, pasábamos al lado de una pequeña arboleda y se nos hacía larguísimo entonces (supongo que eran las ganas de llegar al agua y el calor que hacía a las 3 y media o 4 de la tarde). Y cómo al llegar al río, no podíamos bañarnos hasta que no hubieran pasado dos horas después de comer según las consignas que nos daban nuestra abuela y nuestros padres (que larga se hacía la espera).
Qué bien nos sentaba después la merienda que nos llevaban nuestras madres. Y si podíamos, aún intentábamos darnos un último baño antes de subir a Jaca (como se decía).
Un fuerte abrazo Valentín.
Enrique
Hola Enrique. Recuerdo perfectamente a la señora Marcelina. A mi ya no me causaba ese miedo por que era más mayor que tú. Marcelina tenía un hijo llamado José Luis Blanco que era amigo mío y de mi edad y se fueron a vivir a la estación.Pero el miedo que tu pasaste lo pasé yo con la señora Rita. Vivía en la calle San Nicolás,( la primera casa que tiraron), justo en la esquina según se sale de la placeta a la izquierda. También llevaba bigote, un poco de barba, casi siempre con su botella de vino en la mano, pequeñita y tenía muy malas pulgas.
ResponderEliminarHola Valentín; felicidades por el blog, muy documentado. Siento no haberme enterado hasta ayer de su existencia (por Zamboráin). Después de muchos años ausente de Jaca regresé ya hace algunos para visitar con gran emoción los lugares de mi infancia y primera adolescencia (que se rompió bruscamente con el traslado de mis padres a Madrid en septiembre de1.969), entre los cuales el que aquí describes con tanto realismo que me parece estar ahora mismo bañándome junto a ti y espantando tábanos. Me llamaron la atención dos cosas. La primera, cómo es que podíamos bañarnos allí pues, aunque es donde yo aprendí a nadar haciendo "facha", ahora metería un pie con gran reparo. La segunda, lo que llamas el "muro ciclópeo" (que lo es), construido desde luego abusivamente y denunciable en 97 sitios, aunque hayan pasado ya varios años desde su construcción y aunque se hubiese ejecutado con todas las licencias necesarias (cosa que dudo hubieran podido en su caso obtenerse en forma regular). Un abrazo. Paco López Vázquez.
ResponderEliminarHola, Paco, gracias por tus comentarios y me alegro de que esos recuerdos también sean lo tuyos.Creo que en aquel tiempo el agua bajaba clara y transparente, la prueba es la cantidad de madrillas y otros animalillos que pululaban por el río, al fin y al cabo encima del río solo estaba el pequeño pueblecito de Guasa.Ten en cueta que no había contaminación y que las cloacas y el matadero, que por cierto lo echaban todo al río, estaban 1km. más abajo.Y lo del muro fue motivo de enfrentamiento politico en el ayuntamiento entre las distintas fuerzas politicas, concretamente la "Chunta Aragonesista" hizo todo loque pudo por evitar ese desastre, pero "verdes las han segao". Un fuerte abrazo Paco, que si eres el que yo creo, recuerdo perfectamente tu cara. ¿ Tu madre no era maestra?
ResponderEliminarEra maestra (Doña Camila). Nosotros fuimos a distintos colegios y no tuvimos una relación especial, pero te recuerdo no sólo del río Gas, sino también jugando al fútbol en el campo del Ferial (un poco inclinado) o en los Glasis de la Ciudadela (en el "Campo el Chopo" y otro cuyo nombre no recuerdo, ambos con menos inclinación). También te recuerdo contándome dos chistes muy malos de sendos soldados llamados respectivamente "Pichinas " y "Habas Verdes" y, ya inmediatamente antes de irme, cantando con tu conjunto en las fiestas de Jaca. Seguiré con interés tu blog, que está muy bien escrito y documentado. Un nuevo abrazo, ahora desde Barcelona, y hasta siempre. PLV.
EliminarHola de nuevo Paco, chistes malísimos pero que te los podría contar de nuevo igual de mal jajajaj!!.Me alegro mucho de poder saludarte pues aunque casi ha pasado medio siglo, no solo te recuerdo perfectamente sinio que me acuerdo de tu humor especial, un tanto... socarrón?.Y sí, que tiempos, el "Ferial" del que espero un día dedicarle un trocito de este blog, el "Campo del Chopo", hoy sin chopo, "Los Troniuns" y aquellas ligas de futbol: Herculio, Rayo, Oroel, S. Francisco, Castellar y S.José y toda una generación de "mozes" de Jaca que dejamos la suela de los zapatos entre los patios del colegio, los glacis, el ferial, la calle mayor y el paseo de Jaca. !Un fuerte abrazo Paco!
ResponderEliminarMe ha encantado leer esta historia del rio Gas y las aventuras vividas por nosotros, cuando éramos unos críos .
ResponderEliminarGracias Maribel. Estas y otras "trastadas", las compartí con tus hermanos José Luis y Lalo, a los que recuerdo con mucho cariño.
ResponderEliminarAmigo Valentín. Me vas a permitir que difiera de lo que dices acerca del nombre Gas aplicado al río; pensar en una relación del topónimo con un yacimiento de gas resulta atractivo pero fabuloso. Me inclino a pensar que los naturales de Gascuña que se establecieron en España fueron la causa de los apellidos Gasch, Gasc, Gasca, etc. y que los gascones que tuvieron su casa solar en Ipas fueron los que de algún modo dieron nombre "moderno" al río, del que no se conoce referencia anterior. Un abrazo cordial.
ResponderEliminarQuerido Francisco. Llevaba mucho años, por no decir toda la vida, preguntándome de dónde diablos procede ese nombre que he visto en un documento del año 1147 “terra ad pontent de Gas”, (acta notarial colección diplomática de Santa Cristina del Somport). Y cierto, probablemente no me he expresado bien al relacionarlo con el yacimiento de gas natural. Aquella noche en la que, como muchos jacetanos, me acerqué a ver cómo brotaban de la tierra unas lenguas de fuego cuyo resplandor se veía a kilómetros de distancia, probablemente me dejara llevar por los deseos de dejar reposar mi cerebro y no le di más vueltas al tema. Simplemente me limité a constatar esta coincidencia. Por supuesto que no tiene ninguna base científica y que no es sino una fábula, ya que en realidad lo lógico es que la cuestión tenga relación con algún hidrónimo. No descarto y agradezco tu teoría que desconocía, pero le encuentro alguna grieta. ¿Crees que el río no podía llamarse “Gas”, antes de las asiduas repoblaciones de gascones y bearneses? Los nombres de los ríos no cambian con facilidad. Por otra parte el nacimiento del río Gas queda a unos 6 Km de Ipas. Sin embrago, el arroyo principal con el que se forma el Gas, el Batés nace en Baraguás (a unos 300 m de donde se pinchó la primera bolsa de gas).
EliminarComo sabes el río que nace a los pies de Ipas es el Argen, Archent… lo he visto citado con este nombre en mapas desde el siglo XV. Y que modernamente ha recibido el nombre de barranco de Membrilleras. Y ya, puestos a especular, se podría relacionar con algún cercano yacimiento de plata. Pero veo bastante más probable que su nombre proceda del reflejo plateado que le vi una noche después de una tormenta. Un reflejo que se veía incrementado por el arrastre de depósitos de “salagón” (margas) que hay en su nacimiento.
Hola, veo que sabes muchas cosas sobre el rio Gas, estoy haciendo una recopilación histórica de las diferentes inundaciones de los ríos jacetanos, (Aragón, Gas, i l'Argent), podrias procurarme información sobre ello? mi intención es reunir las máximas riadas e inundaciones de todos los ríos de la cuenca del Ebro. Jaca siempre ha sido para mi, un lugar muy querido, mi primer gran viaje... fue desde mi pueblo Ginestar (Ribera de Ebro-Tarragona) cogiendo el tren en Mora la Nueva hasta Zaragoza y luego, de hacer trasbordo y quedarnos una noche en Zaragoza porque habíamos perdido el tren llegar a Jaca al mediodía. toda una aventura de esto ya hace 57 años, pues iba al casamiento de mi Tia-Madrina, posteriormente he seguido yendo, aunque no todas las veces que hubiera querido pero lo suficiente como para patear por la plaza de la Catedral, Casa Plaza, y por el huerto de mi tio, justo a un kilometro de la salida de Jaca, y al lado del rio Gas. donde de las meriendas y comidas hacíamos una fiesta.
ResponderEliminarGracias por tan importante documentación de esta zona de Jaca. Yo, viví en una casa al lado de los Baños Reales...( entonces los lavadero)... estoy hablando de los años 50...me bañe en el río GAS Y fui muy feliz en mi niñez jugando por el campo en libertad e ilusión. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias paisano.
EliminarTras un paseo esta mañana por el río Gas, en el que también me bañé de niño, pesqué algún pececillo y me fumé el primer cigarrillo, he sentido curiosidad por él y he buscado en Google, dando con este blog de Valentín Mairal que me ha traído gratos recuerdos y preguntas que dejo caer: ¿Cuándo se hizo el "muro de Adriano" y qué finalidad tenía? ¿Trataba de corregir alguna avenida del Gas o simplemente consolidar los terrenos de la Bonne Maison? Por cierto, Tino, ¿podrías contarnos algo sobre esa finca tan formidable que parece estar infraexplotada?
ResponderEliminarRicardo Maté